Los árboles del Sabinar son el símbolo de El Hierro.
Durante siglos el muy fuerte viento, sacudió salvajemente las sabinas de la meseta en el borde occidental.
Aquí, en el parque paisajístico protegido de La Dehesa del municipio de La Frontera, pastores cuidaban sus ovejas hace 300 años.
El último Conde de La Gomera les había puesto el espacio a su disposición.
En la actualidad, el ganado pasta en el sitio de 3,937 acres.
A veces, se pone incluso en el camino de excursionistas y vehículos.
En la década de 1940, el gobernador de la provincia tinerfeña, el general Serrador, repartió unas trescientas hectáreas entre los vecinos del pueblo más bajo de Sabinosa, ubicado en las empinadas laderas de la costa rocosa en el noroeste de la isla.
En los años cincuenta se invirtió mucho dinero para cultivar cereales y cultivos forrajeros en la meseta fértil.
El proyecto fracasó estrepitosamente debido a los fuertes vientos que siglos antes ya habían transformado los árboles de El Sabinar en extrañas esculturas vegetales.
Pequeños muros todavía conmemoran el fallido experimento agrícola.
Junto con la vecina comarca de El Julan, La Dehesa es la mayor zona despoblada de El Hierro.
Se extiende desde una altura de trescientos metros en el suroeste hasta el acantilado de 1.200 metros en el norte de la isla.
Aquí está también el mirador “Mirador de Bascos” que ofrece vistas de todo el valle de El Golfo.
La Bajada de la Virgen es la fiesta más importante de la isla
En la costa sur debajo de La Dehesa, un rojo cono volcánico esconde el “Faro de Orchilla”, ubicado en el punto más al sur de España.
En 1930 se construyó el primer precursor de las instalaciones actuales.
El farero se abastecía en el embarcadero de “La Lajilla”, situado a unos dos kilómetros.
En la actualidad, el funcionamiento de la pequeña torre está completamente automatizado.
El embarcadero se ha convertido en un popular lugar de pesca al borde de una reserva natural.
En la pequeña iglesia “Ermita de Nuestra Señora de Los Reyes”, a unos 600 metros de altura, está la patrona de El Hierro.
Cada cuatro años la procesión de la “Bajada de la Virgen” la lleva a la capital herreña, Valverde, situada a 26 kilómetros de distancia.
Muchos excursionistas, encienden una vela en la blanca ermita.
La tienda de recuerdos adyacente ofrece chucherías religiosas.
El famoso “El Sabinar” no está muy lejos de la pequeña ermita.
Las sabinas son cipreses de la familia de las coníferas.
Hay alrededor de 50 especies de sabinas y enebros en todo el mundo.
Las plantas raramente deformadas en “La Dehesa” llevan el nombre latino de “Juniperus cedrus” y son una subespecie que sólo existe en El Hierro.
No sólo entre los campesinos de El Hierro, sino también entre los pueblos antiguos de diferentes regiones, sabinas y enebros gozaban de un significado mítico o de culto religioso.
En algunas regiones de Europa Central, al tallo intencionado de una sabina enebro podía seguir la pena de muerte.
En otras épocas se colgaron ramitas de sabina sobre las puertas de los establos en los días navideños para asustar a brujas y druidas.
La sabina incluso fue nombrada árbol del año en 2002.
La subida al “El Sabinar” es una experiencia impresionante
Por supuesto, la sabina herreña no tiene nada que ver con el cantante Joaquín Sabina.
El nombre de ambos viene de la Roma antigua´
Los romanos nombraban sabinas, a las bellezas que les habían robado a pueblos vecinos hace unos 2.700 años para acabar con la flagrante falta de mujeres en su territorio.
La subida a “El Sabinar” es una experiencia impresionante.
La ruta pasa por un desierto volcánico, un paisaje lunar, que difunde toques de las “Cañadas del Teide” de Tenerife.
En la costa destacan arrecifes de formas extrañas y pequeñas islas rocosas esculpidas por las olas del oleaje durante miles de años.
A veces, conjuntos de rocas tienen un aspecto extraño. A veces parecen barcos o puentes.
La Playa Verode es la única playa de El Hierro sin subsuelo pedregoso.
La alfombra negra de arena se extiende directamente debajo de altos acantilados.
Permanecer allí no está exento de peligros debido a la caprichosa corriente del mar.
Carteles en la entrada advierten de la posible caída de rocas en días de mal tiempo.
El camino pasa por rocosas laderas empinadas.
Después de un tramo serpenteante corto y empinado, la ruta a “El Sabinar” pasa por suaves curvas a través del paisaje cada vez más verde y ofrece vistas fascinantes de la inmensidad del Atlántico.
Por supuesto, el número de sabinas al lado del camino sube también.
Mientras en zonas bajas hay solamente troncos secos con ramas desnudas y marchitas, a partir de unos 400 metros de altura los árboles tienen copas de verde oscuro y se inclinan ligeramente en la dirección del viento principal.
El Sabinar es el vestigio de un gran bosque de sabinas
A partir de la “Ermita de Nuestra Señora de Los Reyes” hay incluso pequeñas selvas de sabinas, que se disminuyen un poco antes de llegar la a mesa de “El Sabinar”.
Había una vez densos bosques de sabina que llegaban hasta el pueblo de Sabinosa, ubicado a más de 600 metros por debajo de La Dehesa.
Los indígenas de El Hierro, los Bimbaches, usaban la madera de los árboles solamente para fabricar armas, vajillas y lápidas.
Por lo tanto, la conquista de la isla por los españoles no solo afectaba mucho a la población nativa sino también a los lagartos gigantes y los carismáticos arboles.
Los conquistadores talaron los árboles para ampliar los pastos y tierras de cultivo.
La madera fue posteriormente transportada a Tenerife y Gran Canaria.
En 1909, un incendio forestal destruyó una superficie de 1.000 hectáreas de sabinares.
En la actualidad las sabinas están protegidas por numerosas leyes canarias, aunque los artesanos valoran su madera.
La reforestación de sabinares tardó mucho tiempo debido al lento crecimiento de la sabina.
Los cuervos comunes tienen un papel importante en ese proceso. Los pájaros como los frutos que contienen entre cuatro y nueve semillas, que solamente germinan tras haber sido digeridos por las aves.
Además hay muchas sabinas en fincas particulares y espacios públicos de El Hierro.
La planta adorna el escudo del municipio de La Frontera y es símbolo de la isla por resolución del Parlamento de Canarias.
En otras palabras: las sabinas maravillosamente moldeadas por el viento, son el homólogo del volcán Teide. Son el símbolo de la isla más pequeña de Canarias.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 – 2016)