Un oficial en el puente del ferry "Volcán de Taburiente"

Miércoles por la tarde en el puerto de ferry de Los Cristianos.

El sol está brillando desde el oeste donde se esconde la isla vecina de La Gomera detrás de algunas nubes.

En el muelle central, camiones y turismos salen de la bodega por la proa abierta del “Volcán de Taburiente”.

Tan pronto como el último coche ha llegado al muelle, la tripulación invita a entrar a los coches de las filas de espera.

En el puerto de Los Cristianos, muchos vehículos esperan para poder entrar en la bodega del ferry
En el puerto de Los Cristianos, muchos vehículos esperan para poder entrar en la bodega del ferry

Se controla los billetes y señala los camiones y los coches a su sitio.

A estribor, a 50 metros de la proa, nuevos pasajeros suben al pasadizo.

Al final del paso les saluda el sobrecargo.

Tras unos cuarenta minutos, se acaba el embarque y los motores arrancan.

Pasajeros salen del ferry bajando por  la escalera
Pasajeros salen del ferry bajando por la escalera

El “Volcán de Taburiente” entró en el puerto con la proa por delante y zarpa con la popa.

Después de salir del muelle, el barco se apresura, dejando detrás una blanca huella de espuma sobre las olas azules.

De vez en cuando, gotas de agua salpican los cristales del puente de mando.

Su ventanal delantero está equipado con limpia cristales para garantizar suficiente vista durante temporales.

El puente del ferry está en la cubierta superior

El corazón del barco, situado en la cubierta superior en la delantera, no tiene nada que ver con el romanticismo y la nostalgia que se atribuyen a los marineros en las películas y en la pantalla pequeña.

Hoy en día, sistemas electrónicos de navegación y comunicación al nivel técnico apoyan a los tripulantes.

El puente, un espacio de unos 50 metros cuadrados, ocupa todo el ancho de la cubierta superior del ferry.

Un pupitre gigantesco equipado con monitores, un gran número de botones, lamparitas de señal y paneles de indicación, forman el centro del puente.

El pupitre central del ferry “Volcán de Taburiente” de Naviera Armas
El pupitre central del ferry “Volcán de Taburiente” de Naviera Armas

A cada lado hay otro más pequeño pupitre, de vista libre al costado, para ejecutar las maniobras de atraque.

Una multitud de cámaras vigila todo el ferry: los salones de pasajeros, la sala de maquinas y los costados durante el atraque.

El “Volcán de Taburiente” tiene cuatro hélices.

Las grandes en la trasera sirven para la propulsión, las más pequeñas en la delantera para navegar.

La velocidad está determinada por un pequeño regulador en el pupitre al lado del velocímetro.

El  “Volcán de Taburiente” se desplaza a 22 nudos promedios, correspondientes a 36 Km/h.

El ferry antecesor logró solamente una máxima velocidad de 13 nudos.

El barco está dirigible de manera manual por un muy pequeño timón.

En los largos tramos rectos, el auto-piloto, supervisado por un oficial en el puente, sustituye al timonel.

El puente está equipado con la última tecnología.

Otra obligación del oficial de guardia es anotar todos los incidentes en el libro de protocolo.

El puente está equipado con la última tecnología de comunicación.

Indicaciones del pupitre central del ferry
Indicaciones del pupitre central del ferry
En el techo hay un giroscopio y brújulas
En el techo hay un giroscopio y brújulas

Hay un sistema de GPS. Una gran variedad de mapas está a disposición en las pantallas de los monitores.

Hay un muy detallado mapa en edl que todos los barrancos de la costa canaria están indicados.

Las profundidades de las islas están también registradas.

El mar entre Tenerife y La Gomera, por ejemplo,  tiene una profundidad de unos 2.000 metros.

Otro monitor indica el emplazamiento actual del barco y documenta desvíos de la trayectoria balizada.

El radar supervisa los alrededores del barco a lo largo de algunos kilómetros para identificar obstáculos potenciales.

El oficial en función puede informarse en la pantalla sobre la eslora, el sentido, la distancia y la velocidad de los navíos que cruzan el rumbo del “Volcán de Taburiente”.

El sistema también indica la situación debajo del barco en una profundidad de centenares de metros.

En varias partes del puente están montados giroscopios.

Vistas a Los Cristianos desde la popa del Ferry “Volcán de Taburiente”

En el techo y los pupitres hay numerosas brújulas que facilitan supervisar el rumbo del barco en cada momento y desde todos los puntos del puente.

Hay también una indicación que informa sobre la situación en los depósitos de agua en la bodega, equipados de válvulas.

Los depósitos para equilibrar la posición del barco.

En el ferry hay cafés y televisores

Después de un trayecto de más o menos una hora, los llamativos colores de las casas de San Sebastián de La Gomera  saludan desde lejos.

Algunos marineros en la proa preparan unas pesadas cuerdas para las maniobras de atraque.

Los pasajeros disfrutan del trayecto desde Los Cristianos a La Gomera y La Palma
Los pasajeros disfrutan del trayecto desde Los Cristianos a La Gomera y La Palma

Mientras los pasajeros, que antes disfrutaron los últimos rayos del sol en la cubierta de la popa, aprovechan la estancia para cambiar el aire libre por el ahora más agradable ambiente de aire acondicionado en las salas interiores.

Aquí hay también varios cafés y televisores de la última generación.

Los tripulantes del barco pasan dos semanas en el mar

La entera tripulación del “Volcán de Taburiente” consta de 340 personas que trabajan en varios turnos porque el ferry está en función todos los días.

Los integrantes de la tripulación pasan dos meses en el mar, luego tienen seis semanas de vacaciones.

Su día laboral consiste en dos turnos a cuatro horas de guardia y dos horas adicionales de actividades administrativas y de mantenimiento del barco.

Tras salir del puerto gomero, empieza el anochecer.

No tarda mucho y el entorno del barco está sumergido en oscuridad.

Algunos marineros preparan las amarras para el atraco del ferry
Algunos marineros preparan las amarras para el atraco del ferry

Todo lo que se escuche, es el ruido de las hélices alborotando el agua.

Un poco más tarde, aparecen puntitos iluminados en la lejanía que no son otra cosa que las luces de Santa Cruz de La Palma.

Después del desembarque de los vehículos, la tripulación empieza a limpiar el interior y preparar el barco para la próxima salida a las cuatro de la mañana con rumbo a Tenerife.

(Publicado en El Guanche/Bajamar, 2008)