A lo largo de las últimas décadas, muchas ruinas industriales se convirtieron en espacios culturales. Un ejemplo es El Tanque en Santa Cruz.
Anteriormente, ese tanque formaba parte de la refinería santacrucera.
Recientemente, la ruina industrial sirvió como plató de rodaje del documental “Los mares petrificados”, de Miguel G. Morales, financiado por el Gobierno de Canarias en el marco del “Año de los Mares” del programa cultural “Septenio”.
Los “Mares Petrificados” está basado en seis poemas de Domingo López Torres, poeta canario asesinado por los fascistas en 1936 a los 29 años de edad.
El responsable de la banda sonora es Pedro Guerra, músico y compositor tinerfeño de gran renombre.
El Tanque: es un vestigio del pasado.
El espacio cultural está ubicado en el antiguo Tanque 69 de la refinería de Cepsa.
La refinería existe desde hace más de ochenta años. El turismo, en la actualidad la principal fuente de ingresos de Tenerife, surgió mucho más tarde.
En otras épocas, la refinería ocupaba mucho más espacio santacrucero.
Muchos edificios administrativos, los dos rascacielos “Torre I” y “Torre II”, el Recinto Ferial y los grandes almacenes como “El Corte Inglés” están en solares en los que se destilaba anteriormente petróleo crudo.
Por eso, todo el nuevo centro económico de Santa Cruz linda con la refinería en la que siguen tanto procesamiento de crudo como sus efectos secundarios, el mal olor petrolífero, entre otros.
Teniendo en cuenta las grandes inversiones, es comprensible que tanto a los urbanistas como a las empresas no encanta la actividad de la refinería vecina.
Desde hace casi dos décadas, se pide que la refinería desaparezca de la capital. No obstante, sin éxito hasta el momento
Incluso hay gente, a la que no le gusta el viejo Tanque 69, ya clasificado como monumento, ubicado en el término entre el Auditorio, el mercado de Nuestra Señora de África y la entrada a la ciudad que pasa al lado del Recinto Ferial.
El Tanque: un redondo cubo gigantesco sin ventanas
El monumento El Tanque, es ls que queda de los tanques de petróleo en la parte oriental de la refinería.
Desde fuera parece un enorme cubo metálico que carece de adornos y ventanas.
El interior de la ruina industrial facilita la realización de una amplia gama de actividades artísticas.
La oscuridad, la altura y la acústica de la edificación sostenida por soportes y vigas metálicas añaden toques de magia a exposiciones, representaciones teatrales, presentaciones de espectáculos y representaciones teatrales.
La neoyorquina poeta vanguardista de culto Lydia Lunch asustó al público con gritos estridentes que penetraban la impresionante oscuridad.
Bailarines, escasamente iluminados, se deslizaban en la oscuridad por escaleras y rampas.
Cientos de tiras de tela negra colgantes y enormes bolsas transparentes llenas de agua transformaron el interior del inmenso cubo metálico en un laberinto lleno misterios.
Otra noche, conjuntos de pantallas gigantes con instalaciones de vídeo descomunales impactaron al público en este lugar enigmático.
(La versión alemana, publicada en la página web de Teneriffa Panorama, 2009 – 2011)