A las diez de la mañana los participantes de la excursión en bicicleta llegan a Las Lajas.
En el área de descanso, a unos dos mil metros sobre el nivel del mar, hace bastante fresco.
Este pequeño claro en el denso pinar al borde de la carretera que sube desde Vilaflor es el punto de partida de la excursión por Las Cañadas.
El recorrido pasa por el Teide, la estación del teleférico y el observatorio tinerfeño de Izaña.
Tras casi dieciocho kilómetros de descenso por las zonas altas de Arafo, la ruta acaba a unos mil metros sobre el nivel del mar.
En ese momento los ciclistas hacen los últimos preparativos.
Ajustan el sillín y comprueban la puesta del casco obligatorio.
El monitor Arnt advierte que no se debe conducir “demasiado motivado” y “no esforzarse demasiado”, ya que el largo descenso al final requiere mucha concentración.
Arnt trabaja para la empresa “Diga-Sports” con sede en el sur de Tenerife que alquila bicicletas y ofrece recorridos en bicicleta en Tenerife y en La Gomera.
Este día los británicos Adrián y Raelene, el sueco David, la finlandesa Suri y el suizo Rolf participan en la excursión.
Debido a los diferentes países de origen el grupo se comunica en inglés.
Los excursionistas pasan en bicicleta por 65 kilómetros
La ruta está dividida en varias etapas. Al final de cada etapa hay puntos de encuentro.
Esos lugares, en general ubicados en miradores, ofrecen vistas fantásticas e invitan a sacar fotos.
El número de paradas se basa en los deseos y las habilidades del grupo.
“En principio, cualquiera puede participar”, dice Arnt.
No obstante, un poco de experiencia es recomendable.
La ruta pasa por unos 65 kilómetros y tiene una subida total de 800 metros.
Al final el grupo va a bajar más de mil metros por serpentinas con mucha rapidez, pasando diferentes zonas climáticas.
La excursión comienza en Las Lajas, de lo contrario no sería posible realizarla en un día.
De todos modos, el ascenso desde la región costera hasta el parque nacional seria una exigencia excesiva para el ciclista aficionado pro medio.
Arnt recoge a los participantes en varios hoteles de la zona turística entre Playa de Las Américas y Costa Adeje.
Para él, la “Vuelta de Cañadas” ya arrancó la noche anterior cuando preparó las bicis.
Se revisó la presión de aire en las llantas, la tensión de los frenos y de la cadena.
Se amarraron las ruedas al remolque con mucho cuidado, utilizando almohadillas de plástico para proteger el material.
Eso hay que hacerlo, dado que las bicicletas deportivas de la actualidad no son simplemente “bicicletas”.
Se trata de vehículos perfectamente diseñados, extremadamente livianos y aerodinámicos que a veces cuestan lo mismo o más que un pequeño coche automóvil nuevo.
El furgón lleva repuestos de bicicleta
En el furgón, el monitor lleva botellas de agua, cascos y guantes, dado que incluso en los meses de verano puede hacer mucho frío y niebla en las altas montañas tinerfeñas.
La temperatura en los alrededores del Teide difiere significativamente de la de las playas, donde ni siquiera el agua baja de los 20 grados durante todo el año.
Los faros antiniebla también forman parte del equipaje, ya que las nubes densas pueden dificultar la visibilidad en la carretera.
Por supuesto, Arnt lleva también piezas de repuesto y las herramientas adecuadas para poder realizar reparaciones sobre la marcha al borde de la pista.
El grupo de hoy está bien preparado para el clima fresco.
Está equipado tanto de guantes y chaquetas adicionales para el descenso final por el húmedo y frío pinar como de protector solar.
En ese aspecto el Teide se parece mucho a las zonas de esquí de los Alpes: se puede fácilmente sufrir quemaduras solares provocadas por la alta radiación solar en el periodo invernal.
Adrián y Rolf no solo traen su propio casco sino también el sillín de su bicicleta.
Esa tendencia se está volviendo más popular.
El número de personas pasa sus vacaciones casi exclusivamente en bicicleta está en constante subida.
Gracias a eso los ciclistas no solo vienen a Tenerife durante el periodo invernal marcado por agradables temperaturas, sino que también más durante los meses estivales.
Desde la Corona Forestal hacia el Teide
Tras unos minutos, el grupo está listo para partir.
La primera subida, de casi tres kilómetros, da a los ciclistas una idea de la excursión.
La ruta conduce por la zona superior de la Corona Forestal antes de cruzar el límite de la arboleada para llegar a la pedregosa meseta de las Cañadas.
Durante ese tramo Arnt analiza el grupo para conocer el nivel ciclístico del grupo.
En todas las etapas, sigue a los ciclistas en el furgón a cierta distancia para supervisarlos y recogerlos en caso de agotamiento.
La primera parada ofrece vistas de ensueño de La Gomera y Arnt da los últimos consejos.
Aconseja al grupo permanecer siempre en el centro de la calzada para evitar que coches les adelanten en curvas estrechas y a menudo son difíciles de ver.
Las Cañadas del Teide son el segundo parque nacional con mayor número de visitantes en el mundo.
Solo el Parque Nacional estadounidense de Yellowstone en California atrae a más personas.
La gran popularidad provoca también que los ciclistas no pueden disfrutar del maravilloso paisaje por sí mismos, sino que tienen que compartir el espacio público con otros.
Como demuestra la segunda etapa.
Después del descenso, los ciclistas giran hacia el norte por la carretera en Boca Tauce.
La excursión en bicicleta ofrece vistas impactantes
Aquí comienza el viaje por el espectacular paisaje volcánico de Tenerife, muchas veces comparado con el paisaje de la Luna.
Equipos de filmación rodaron en ese decorado películas de ciencia ficción.
El paisaje sirvió también para probar vehículos construidos para la exploración de la superficie de Marte.
Detrás, tabaibas al lado del camino hay oscuros montones de basalto, amontonados por la lava proveniente de varias erupciones.
A la derecha, la cumbre del Teide y el pico del Pico Viejo saludan desde lejos.
En la distancia, formaciones rocosas de formas extrañas se elevan hacia el cielo.
En cuanto a la técnica ciclística, la etapa por la llanura volcánica, a lo largo de la cima del Teide, es bastante sencilla.
Después de un recorrido por un laberinto de rocas, sigue el fácil ascenso al emblemático Roque García frente al Hotel Parador.
Junto a ese llamativo monumento rocoso con aspecto de dedo, está el probablemente mirador más conocido de la isla.
El sitio ofrece vistas de ensueño sobre la llanura rocosa de abajo.
También es el punto de partida de una pequeña ruta de senderismo.
Innumerables turistas disfrutan del recorrido de unos cuarenta y cinco minutos.
Lamentablemente no está permitido hacerlo en bicicleta.
Después de un breve descanso, Arnt y su grupo continúan su excursión.
El recorrido pasa por la estación del teleférico a 2.300 metros hasta el siguiente mirador, que destaca por fantásticas vistas panorámicas de toda la extensa caldera de las Cañadas, rodeada de crestas rocosas.
La excursión en bicicleta pasa por las zonas más altas de la isla
La a siguiente etapa, que discurre por un desierto formado por montones de roca volcánica roja, también impacta.
Son formaciones rocosas relativamente ligeras que salen tras la ceniza en erupciones volcánicas, mientras los pesados y duros basaltos llegan al final.
Durante la pausa del mediodía, el pico del Teide ofrece un aspecto completamente diferente delante del decorado azul del cielo en comparación con el de la salida.
En lugar de la vista sur, ahora se mira desde el norte el cráter volcánico, que debe los doscientos metros superiores de su cima actual a una erupción hace unos buenos seiscientos años.
El descanso en el terreno del restaurante “Bamby” también es bueno para los participantes.
Después de todo, el aire en el parque nacional es muy delgado y seco.
Muchos equipos de ciclistas profesionales, por lo tanto, utilizan las Cañadas del Teide para entrenar la resistencia.
Y el ascenso más empinado está por venir.
El camino al observatorio en Izaña lleva el conjunto a 2.240 metros.
Hay que recorrer 300 metros verticales en un tramo de seis kilómetros de longitud.
La segunda subida sorprende al grupo porque una cresta la esconde.
Al menos para Raelene.
Totalmente entusiasmada, olvida desviarse a La Esperanza a pesar de la muy visible señalización.
Ella baja velozmente por curvas serpenteantes hacia La Orotava, pasando por el mar de nubes.
Arnt la sigue en el furgón para recogerla.
Las edificaciones del observatorio saludan a los excursionistas
Ese día, el observatorio de Tenerife se presenta en colores que incluso darían mucha envidia a directores de Hollywood experimentados.
De un blanco radiante, los edificios futuristas se destacan del azul profundo del firmamento.
A partir de aquí todo es literalmente cuesta abajo.
En el lado de la montaña del camino las paredes rocosas ofrecen vistas a la historia geológica de las Cañadas.
El paisaje volcánico de Tenerife está formado por varias capas de lava, provenientes de varias erupciones volcánicas que se diferencian entre sí por su tonalidad.
Al lado opuesto el Teide vuelve a presentarse de otra manera.
Ahora, su pico sobresale del mar de nubes entre los pinares y parece un cono negro.
En días despejados, es posible observar toda la “isla baja” tinerfeña desde allí.
Sin embargo, para los aficionados de la fotografía es recomendable volver otra vez para sacar las fotos, dado que el sol ya está en el oeste.
Hay que venir por la mañana, porque por la tarde las sombras están muy largas y permiten solo tomas a contraluz.
Poco después, el grupo vuelve a la Corona Forestal.
Los miradores a derecha e izquierda del camino ya muy sombreados, ofrecen vistas únicas del municipio y el malpaís de Güímar.
Luego los ciclistas siguen hacia Arafo y comienzan el rápido descenso a las profundidades.
Última etapa de la excursión en bicicleta es una larga bajada
La penúltima parada es en un mirador sobre Arafo.
Desde aquí se puede ver no sólo Güímar, sino también el pueblo de Candelaria.
La torre de la Basílica brilla blanca en la distancia, construida en 1959 en el sitio de su predecesora.
Aquí también se conserva la imagen de la Virgen de la Candelaria, patrona de Tenerife.
O mejor dicho aquí está su réplica, ya que la original, que surgió en la playa tinerfeña en el siglo XIV, se perdió en un temporal hace más de doscientos años.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 – 2016)