Por la mañana, delante de los costados del crucero Norwegian Epic hay mucha actividad.
En el muelle de cruceros de Santa Cruz los guías y monitores saludan a los pasajeros que quieren participar en excursiones.
Algunos van a explorar en bici el macizo de Anaga.
Otros viajeros van en bus o taxi para conocer la isla tinerfeña.
Además, unos cientos de personas, solas, en grupo o pareja, marchan los dos kilómetros a pie, que separan el muelle del centro de la capital tinerfeña.
Todo el mundo intenta aprovechar a su manera las diez horas que quedan hasta que el crucero Norwegian Epic vuelva a zarpar.
Este día, el Norwegian Epic no es el único crucero amarrado en el muelle santa crucero.
Unas 15 mil personas salen de cinco grandes cruceros para descubrir Tenerife.
Viajar en el Norwegian Epic significa disfrutar de la vida
Disfrute es su lema, algo que refleja en el costado del crucero alemán AIDA.
Allí se puede poner en gigantescas letras blancas sobre un fondo azul “Genuss”, substantivo que los alemanes usan para decir gozar.
El hambre de disfrutar también palia los inconvenientes vinculados con viajes en barcos en que transportan grandes grupos de personas.
Los vigilantes electrónicos que todo el mundo debe pasar antes de volver al crucero.
El Norwegian Epic tiene unos 3500 camarotes. Un cuarto de las cinco mil personas a bordo son tripulantes.
A bordo destacan los largos pasillos cubiertos de alfombra.
El diseño del interior debe dar a los pasajeros señales de orientación para facilitar moverse en un laberinto de innumerables pasillos distribuidos por dieciocho cubiertas de eslora de trescientos metros.
Durante el viaje, los pasajeros se dedican todos los días a disfrutar el ambiente, espléndido, encantador y emblemático.
Detrás del decorado los tripulantes están ocupados de organizar que la clientela pueda disfrutar del viaje de ensueño sobre las olas del Océano Atlántico que trae a los viajeros cada día a otro destino con muchas sensaciones a descubrir.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011- 2016)