El 5 de mayo de 1706, Garachico sufrió una impactante erupción volcánica.
Gigantescas coladas de lava sepultaron pueblo y puerto.
Anteriormente, el pequeño pueblo, la puerta a la “isla baja”, era un importante pueblo vinícola y albergaba el puerto más importante de la isla.
La erupción volcánica puso el punto final a la floreciente economía en el norte de la isla de Tenerife.
La gente huyó de la región.
Un gran número de actos conmemoró el 300 aniversario del trágico acontecimiento que cambió el rumbo de Garachico para siempre.
Un congreso informó sobre la prevención en situaciones de peligro vinculadas con erupciones volcánicas.
Además, Garachico celebró un festival con motivo del aniversario de la erupción.
Los músicos interpretaron temas de música clásica y temas folclóricos.
Las murallas del castillo, la plaza del puerto o el centro histórico de la ciudad se transformaron en escenarios en los que los actores recrearon escenas del pasado.
La actuación de los bailarines folclóricos fue el pretexto de la representación teatral.
Un atmosféricamente denso espectáculo de iluminación con luces sirvió como decorado para las actuaciones del elenco teatral.
Fuegos artificiales recrearon la erupción volcánica
Durante la noche se encendieron cadenas de antorchas en las rocas sobre el nivel del mar.
El punto culminante del acto fue una obra teatral compuesta de elementos de baile vanguardista y canto clásico.
El espectáculo trató del dios del fuego, la expulsión de lava y el poder de la piedra fundida en los macizos volcánicos.
Un impresionante espectáculo pirotécnico siguió a las artes escénicas.
Bolas de fuego rodaron por la empinada pendiente sobre el puerto para culminar en un emblemático espectáculo de fuegos artificiales que revivió la erupción mediante la composición de las luces de petardos.
Curiosamente, durante los fuegos artificiales, empezó a llover fuertemente.
(La versión alemana publicada en Teneriffa Panorama, 2004 – 2007)