La Farola del Mar y la “Marquesina” simbolizan el pasado del puerto de Santa Cruz.
La “Marquesina”, acabado en 1925, muestra que la historia de la ciudad está estrechamente vinculada con el desarrollo del puerto.
Los comerciantes, en parte extranjeros, dinamizaban la economía chicharrera.
Durante los últimos dos siglos, no solo el puerto sino todo el litoral santacrucero cambió muchas veces su aspecto.
No quedan muchos vestigios que indican las fases de desarrollo del puerto.
Los vestigios más populares son la Marquesina” y la “Farola del Mar”. El pequeño faro y el techo corredizo fueron restaurados.
Gracias a los “Amigos del 25 de Julio”, asociación dedicada a mantener la historia de la capital.
Por supuesto, ambos monumentos no están en el lugar en el que estuvieron antes.
Además, ya habían cambiado su ubicación varias veces a lo largo del tiempo.
No obstante, están muy cerca del actual muro del puerto, en el que hay algunos sillares, provenientes del muelle original, un prototipo en Canarias en época de su construcción.
Se dice que algunas de estas enormes piedras tienen huellas de balas tiradas por cañones británicos durante el ataque a la capital tinerfeña, el 25 de julio de 1797.
Hace unos 150 años, el pequeño faro “Farola del Mar”, primera guía intermitente que se puso en funcionamiento en Canarias, era al último nivel técnico.
Linterna, óptica y los otros componentes, todos producidos en París y llegaron a Santa Cruz en mayo de 1862.
Pero tardó hasta Nochevieja del año siguiente cuando lo inauguraron.
La Farola del Mar: entonces la última tecnologia
La “Farola del Mar” tiene un mástil en el centro de la planta hexagonal del piso superior de lo que salen los escalones de la escalera de caracol.
La linterna de la torre brillaba a intervalos de segundo y medio.
Al inicio su luz fue visible hasta una distancia de nueve millas, tras la introducción del petróleo en 1932, incluso hasta dieciséis millas.
Aunque el faro está en perfecto estado técnico, en este momento tiene exclusivamente una función decorativa.
Durante los últimos 150 años, la “farola” ha sido frecuentemente desmantelada como parte de los trabajos de construcción.
En 1954 se lo almacenó incluso en los salones de la Autoridad Portuaria junto al Club Náutico de la capital.
Se volvió a instalar en 1984 en un jardín a la entrada del puerto frente a la entonces Plaza de España.
Siete años después, la torre volvió al almacén, para ser resucitada en 1994 con motivo de la celebración del 500 aniversario de la fundación de Santa Cruz.
Hace cinco años regresó, tras trabajos de construcción del terreno de 12.000 metros entre el Muelle Ribera y el muelle sur, realizados para optimizar la infraestructura portuaria para el tráfico de viajeros.
Por la Marquesina pasaron también innumerables viajeros.
El objetivo de su construcción era vincular los primeros pasos de los recién llegados en el suelo de la isla con una experiencia maravillosa.
La visita del rey en 1906 animó a construir la Marquesina
En la actualidad, llegar al puerto de Santa Cruz tiene su encanto.
Sobre todo para los turistas de cruceros que majestosamente bajan por la pasarela.
De antaño, las cosas fueron diferentes.
Los viajeros tuvieron que tener mucho cuidado para pisar el suelo tinerfeño sin mojarse los pies.
A partir de 1847 las cosas mejoraron: se estrenó el muy tambaleante “platillo”.
Los viajeros bajaron por una escalera doble de ocho escalones a ambos lados desde los bamboleantes tablones de los barcos al sólido suelo portuario.
En 1906, Alfonso XIII, primer rey español que visitó las Islas Canarias pasó por el platillo.
Para celebrar la visita de Su Majestad con adecuada solemnidad, se equipó el punto de llegada con un dosel de lona.
De eso surgió cinco años más tarde después, la idea de encargar a un arquitecto construir un pequeño pabellón como atractivo para pasajeros de las naves.
Poco después de su finalización, los viajeros lo nombraron “Marquesina”.
En esa época, los techos corredizos marcaron tendencias.
La estructura de la “Marquesina” consiste en una construcción metálica producida en Sevilla.
La construcción consiste en ocho apoyos de hierro fundido que sostienen la chapa de plomo del techo.
Su interior abovedado está revestido de madera.
Un pequeño techo apuntado con bordes laterales decorados con motivos de lirios está en su centro.
Mercancías y viajeros pasaron por la construcción metálica para llegar a las pequeñas embarcaciones con destino a San Andrés y Valleseco, que entonces eran pueblos vecinos que más tarde se convirtieron barrios capitalinos.
El pequeño techo corredizo se hacía centro de atracción y símbolo de la capital.
Era un punto encuentro de trabajadores portuarios y, por eso atraía también a vendedores ambulantes.
En la actualidad, la Marquesina y la “Farola del Mar”, monumentos fundidos en metal, al lado del muelle de los ferris, saludan a los pasajeros.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 -2016)