Las casas antiguas del Eco-Museo Guinea de El Hierro

Una atracción muy popular de El Hierro es el Eco-Museo de Guinea, ubicado en el camino hacia La Frontera, donde los lagartos gigantes. Desde 1996, el “Lagartario” tiene su sitio al lado de las casas antiguas, cabañas de piedra.

Su objetivo es reproducir y reintroducir los lagartos gigantes en peligro de extinción, que en otras épocas vivieron en todos los lados de la isla.

Los reptiles llegan hasta una longitud de 75 centímetros.

Pero se estima, que antaño llegaron a medir hasta 150 centímetros porque, a diferencia de otras criaturas, no dejan de crecer durante su vida.

Los lagartos tienen ojos, oídos y olfato muy buenos y tienen gran capacidad para camuflarse.

Los animales son muy tímidos, tienen una armadura de escamas de antracita con marcas amarillas, cola larga y delgada y largas garras en los pies.

Son animales de sangre fría, el grado de actividad sube con el aumento de la temperatura.

La entrada de una de las casas antiguas de El Hierro
La entrada de una de las casas antiguas de El Hierro

Los lagartos gigantes pueden nadar, pero intentan evitar el agua.

Durante mucho tiempo se creía que los lagartos gigantes herbívoros estaban extintos en El Hierro.

En 1975 un pastor descubrió una población de lagartos gigantes en el acantilado Fuga del monte Roque Salmor.

Los animales fueron colocados inmediatamente bajo protección de la naturaleza.

A continuación, se empezó a criar descendencia.

Hasta la fecha se han liberado alrededor de 380 ejemplares en la zona del macizo central de Julán, equipados con microchip.

Para los bimbaches y los conquistadores los lagartos eran un manjar

La mayor amenaza para los lagartos gigantes siempre han sido los humanos. Incluso en los días antes de la conquista española.

Tanto en la época de los Bimbaches como en la de los conquistadores españoles, las gigantescas lagartijas eran un manjar.

Es más, las manadas de ganado importadas  y el cultivo agrícola expulsaron los lagartos gigantes de su hábitat tradicional hacia las inhóspitas regiones montañosas.

Los gatos importados por los españoles comieron la descendencia de una especie de reptiles que requiere un ámbito tranquilo.

Incluso hoy en día, los gatos salvajes ponen en peligro la supervivencia de los lagartos criados en cautiverio cuando están puestos en libertad en La Dehesa, meseta conocida por sabinas de extraño aspecto en el oeste de la isla.

La época de reproducción es a finales de primavera, cuando las hembras ponen los huevos en una cueva subterránea. Después de casi tres meses, nacen hasta diez crías.

Flora autóctona: Duraznillo (Messerschmidia fructicosa)
Duraznillo (Messerschmidia fructicosa)
Flora autóctona: Tabaiba (Euphorbia obtusifolia regis-jubae)
Flora autóctona: Tabaiba (Euphorbia obtusifolia)

Con tres años de edad, los animales del Lagartario están puestos en libertad.

Un cuarto de ellos mueren durante el primer año por debilidad genética, dado que la crianza está basada en poco material genético.

Sin embargo, los lagartos gigantes de El Hierro suelen hacerse muy viejos.

Según la experiencia anterior, pueden llegar hasta veinte, a veces incluso más de treinta años.

Los lagartos tienen la ventaja de que no necesitan contacto con sus congéneres.

Cuevas y chozas servían como hogar

El Eco-Museo colindante posibilita conocer la vida de los herreños durante los siglos pasados.

De antaño, el pueblecito de las cabañas albergó a unas veinte familias que se mudaron de la región del Mirador de la Peña a las llanuras más cálidas en invierno.

La primera estación de la visita guiada refleja la época de los Bimbaches.

Los indígenas de El Hierro vivían en cuevas.

Los alojamientos de las familias y su ganado estaban separados entre sí por muros de piedra.

Muros planos al lado de la cueva impedían que las cabras se engancharan los cuernos en la bóveda volcánica.

En el siglo XVII, la gente vivía en pequeñas chozas con paredes que estaban impermeabilizadas aisladas con una mezcla de agua, ceniza de higo y estiércol de cabra.

Las vigas de madera de sabina llevaban el techo de paja de las casas antiguas.

La cama consistía en un saco colchón puesto sobre cuerdas hechas de plantas secas.

Los niños dormían en el suelo de las casas antiguas. Ardientes piezas de madera iluminaban el hogar.

En el siglo XVIII, la casa ya estaba equipada de una estufa, la ropa se guardaba en cestos y la comida en tocones de árbol. Mesas y sillas tenían la altura, habitual en la actualidad.

El interior de una antigua casa herreña a mediados del siglo XX
El interior de una antigua casa herreña a mediados del siglo XX

Hay almohadas y primitivos precursores de lámparas de pie y lámparas de aceite.

Un hueco en la pared frente a la casa sirve como lavabo.

La ropa se lavaba en un lavabo de piedra.

Bocinas facilitaban la comunicación a larga distancia, también servían como sustituto de botella, porque se podían cerrar con tapones.

Los hombres cazaban con púas y anzuelos morenas y calamares en las aguas costeras.

Casas antiguas, lagartos y flora herreña

En el siglo XIX, los troncos de árboles ahuecados no solo servían como espacio de almacenamiento, sino también como bancos en la cocina.

La despensa está en un anexo fuera de la casa. Lámparas de aceite proporcionan luz.

Los colchones son de malla de alambre.

Desde hace varias décadas, existen telares.

La lana está hecha de Algodón, empapada en agua y secada con una prensa especial.

Eso sirve como base para la producción de lino grueso.

La choza más joven, proviene la década de 1950.

No obstante, hay gran brecha entre ella y el nivel de vida actual, incluso hace treinta años algunas personas aún vivieron así.

El queso de cabra se colgaba para madurar en la despensa aireada.

El pescado y el gofio tradicional también se secaban de esta manera.

Los frutos de las plantas espinosas, los cactus entre otros , se cosechaban con tijeras de madera.

La ropa estaba almacenada en baúles.

Además, había un precursor de la plancha eléctrica en la casa: un cuerpo de metal calentado por el fuego.

Flora autóctona:  Verode (Kleinia neriifolia)
Flora autóctona: Verode (Kleinia neriifolia)
Flora autóctona:  Cerrajón (Sonchus gandogeri)
Flora autóctona: Cerrajón (Sonchus gandogeri)

Bolsos de lona reemplazaban paso a paso las cestas.

La forma de uso de casa y terreno cambiaba a lo largo de los siglos.

Frente a las casas antiguas había un recinto para el ganado, más acompañado de un jardín para hortalizas y plantas medicinales cultivadas en lechos separados.

El abastecimiento de agua siempre fue reto común.

El agua provenía de de pozo subterráneo con paredes enlucidas con cal, procedente de Lanzarote, Fuerteventura, mezclado con agua y pisoteado por los pies de los hombres.

Ecomuseo de Guinea: (922) 55 50 56.

(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 -2016)

Las casas antiguas del Eco-Museo Guinea de El Hierro
Las casas antiguas del Eco-Museo Guinea de El Hierro