El monumento a Franco está lejos de la capital y las carreteras principales.
Está cerca de la sinuosa carretera del Aeropuerto de Los Rodeos al Parque Nacional del Teide que pasa entre altos árboles.
El bosque del municipio de La Esperanza es un popular destino de excursiones.
Entre las copas de los árboles brilla el azul oceánico de la costa meridional de Tenerife.
Detrás de La Esperanza comienza el pinar que se extiende hacia el Parque Nacional del Teide, a unos 50 kilómetros.
A unos cien metros, tras el casco esperancero, hay un desvío hacia el área recreativa de Las Raíces.
En la pendiente debajo del aparcamiento bajo grandes árboles hay muchas mesas y bancos de madera.
Varias rutas de senderismo empiezan aquí.
Los fines de semana y los festivos, muchas familias de los pueblos cercanos y de La Laguna pasan un buen rato en este idilio.
Solo un muy manchado menhir sobre el área recreativa indica con sutileza que había momentos mucho menos tranquilos y contemplativos en este lugar.
Según la inscripción en el zócalo del monumento a lo que suben unos escalones es un memorial al “paz” y conmemora el 18 de julio de 1936.
El término “paz” no es más que amarga ironía.
El día está considerado como la fecha de inicio de la Guerra Civil Española que acabó con la Segunda República, que habría celebrado este año su 75 aniversario.
El mes anterior, el general Francisco Franco Bahamonde ordenó a formarse a los soldados bajo su mando en el terreno del destino de la actual zona de excursiones para prestar juramento sobre, el gobernador militar de Tenerife en el tiempo. El mismísimo Franco.
El complejo de inferioridad del ejército
La dictadura que siguió a la guerra civil puso el punto final a un largo periodo de duros enfrentamientos políticos.
Los conflictos tenían su raíz en la pérdida de la importancia y la disminución de la confianza en sí misma de la antigua potencia mundial España.
Desde la ocupación de Napoleón, grupos conservadores y liberales lucharon por el poder.
El acontecimiento clave que traumatizó a los líderes militares tuvo lugar en 1898.
El posterior presidente estadounidense Theodore Roosevelt ocupó Cuba con un ejército privado de mil efectivos.
Ese ataque culminó tres años más tarde, en el fin de la guerra de la independencia.
En consecuencia, España perdió su última colonia de ultramar.
Los oficiales se convirtieron en el hazmerreír.
La ira reprimida se desahogó en 1905, cuando militares destruyeron la redacción de un periódico satírico barcelonés, que se burlaba por la falta de combatividad y motivación de los soldados.
Como resultado, se aprobó un poco más tarde una ley que trasladó la competencia legal en caso de insulto a los militares por parte de civiles a los tribunales militares.
En 1923 el rey Alfonso XIII nombró al General Miguel Primo de Rivera como dictador.
Eso no se plasmó en un auge económico a largo plazo ni en la disminución de las tensiones políticas.
La república estaba marcada por graves enfrentamientos
Después de siete años, Primo de Rivera se fue y la izquierda y la clase media triunfaron en las siguientes elecciones.
Pero el país no alcanzó estabilidad política.
Un motivo fueron las grandes diferencias políticas entre los socios de la alianza gubernamental.
Huelgas marcaban el día a día. La actitud anticlerical de la república tampoco encantó a mucha gente.
Además, los partidos de derecha y los monárquicos rechazaron la democratización de todos modos.
A continuación, las fuerzas políticas de la extrema derecha y la extrema izquierda se radicalizaron, el número de asesinatos políticos subió.
Las actividades de la Falange agravaron mucho la vida política.
Se trataba de un movimiento de la extrema derecha, fundado por los hijos de Primo de Rivera, usando los partidos fascistas de Alemania e Italia como modelo a seguir.
Desde los primeros días de la república, militares antirrepublicanos, bajo la dirección del general Sanjurjo, prepararon el golpe de Estado. Ni siquiera camuflaron sus actividades.
A pesar de que gran número de oficiales de alto rango ocuparon altos cargos durante la segunda república los militares preferían el derrocamiento.
Una situación quizás comparable a la de Chile en 1973, donde el presidente socialista Allende fue derrocado por su ministro de Defensa, Pinochet.
El asesinato del líder monárquico, Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936 por sicarios de izquierda para vengar el asesinato de un lugarteniente republicano, sirvió como detonante para los generales antirrepublicanos.
Franco viajó a Marruecos vía Gran Canaria.
Franco era el prototipo del oficial militar de su época
El levantamiento militar en la colonia norteafricana fue el pretexto de la guerra civil, en la que las fuerzas conservadoras apoyaron a los insurgentes.
Sin embargo, en ese momento no era previsible que Francisco Bahamonde Franco se convertiría posteriormente en el jefe de Estado.
Hasta entonces, sus ambiciones políticas no habían llamado la atención.
Franco despreciaba la república, era anticomunista, monárquico. y se acercó en ocasiones a la Falange fascista.
A pesar de esto, no se unió abiertamente a los conspiradores.
Sobre todo, debido a razones tácticas para esto, porque primero Franco era un soldado y pensaba pragmáticamente.
Además, no quería participar en un fracaso.
El futuro dictador tenía entonces 43 años y una carrera militar impresionante.
Franco se convirtió en soldado a la edad de 15 años.
Ocho años más tarde, tras la represión de los levantamientos en la colonia española de Marruecos, fue nombrado el mayor más joven del ejército español.
En 1926 también se convirtió en el general más joven.
Un año más tarde era el jefe de la máxima academia militar española, cerrada durante la República.
En 1934 se distinguió por aplastar la insurrección obrera en Asturias a las órdenes del nuevo gobierno conservador de derecha.
Dos años más tarde, tras el estrecho éxito del Frente Popular, ascendió al gobernador militar de Tenerife.
El propio Franco percibió eso como degradación.
Eso fue más o menos así, dado que él perteneció al grupo oficiales sospechosos de un golpe de Estado.
El nuevo gobierno de izquierda intentó colocarle lo más lejos posible de la capital.
En II Guerra Mundial la postura española era muy vacilante
Tras la muerte del general Sanjurjo en octubre de 1936, Franco fue nombrado generalísimo, comandante en jefe, cargo que ocuparía durante casi cuatro décadas.
No existieron rivales serios, ya que el líder de la Falange Primo de Rivera fue ejecutado por el gobierno de la República ese mismo año.
El general Mola, el autor intelectual de la revuelta, murió en un accidente aéreo al año siguiente.
Tras la victoria, Franco reunió a las victoriosas fuerzas fascistas y conservadoras en la “Falange Española Tradicionalista” (FET).
Él enfocó también el sistema político a sí mismo e instaló un culto a su persona para asegurar su mantenimiento en el poder.
Solía resumir su perspectiva profesional así: “De aquí al cementerio”.
Durante la Guerra Civil, le apoyaron Hitler y Mussolini a Franco.
A cambio, Franco tuvo que conceder licencias de prospección a 17 empresas de minería alemanas.
Para Italia las cosas eran peores.
Los italianos debieron reducir la deuda española para crear una base de negocio.
En retrospectiva, no fue una mala jugada.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Italia se encontró en del lado de los ganadores.
En consecuencia, el régimen de Franco tuvo que pagar la deuda, causada por la ayuda armamentista proporcionada por Mussolini.
España saldó esas deudas al estado democrático de Italia hasta 1967.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco maniobró entre la neutralidad y el apoyo tácito a las potencias del Eje.
El 4 de septiembre de 1939 declaró a España neutral.
Un poco más tarde, la “División Azul” formada por voluntarios españoles, comenzó a luchar del lado de los alemanes.
La vacilante postura del dictador tiene su causa en las diferentes posiciones de los integrantes del FET respecto la guerra.
Franco supo aprovecharse de los cambios tras la guerra mundial
Inicialmente Franco quería luchar junto a Hitler y Mussolini para conquistar territorios en el norte de África. Hitler lo renunció.
Después de la guerra civil, España estaba, en cualquier caso, económicamente devastada y casi incapaz de permitirse una campaña.
Además, la química entre el “Führer” y el “Generalísimo” no era buena, como mostró la reunión de Hendaya de 1940.
Para Hitler el pequeño gallego fue “insoportablemente aburrido”.
Cuanto más duraba la guerra, más se distanciaba Franco de los alemanes.
En fase final de la Segunda Guerra Mundial, España suministró el volframio, que pidieron los alemanes, a los aliados.
Los ministros habían convencido a Franco de que buenas relaciones con los victoriosos Aliados eran esenciales para el futuro del país.
No fue el peor consejo, porque tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Franco era el paria en el escenario internacional.
Incluso Naciones Unidas se negó a aceptar a España como miembro durante años.
Eso cambió tras el estallido de la Guerra Fría.
De repente, la Península Ibérica se convirtió en un punto estratégico importante para las potencias occidentales.
Franco era consciente de la revaloración de su régimen a causa del cambio de las relaciones internacionales.
Y por eso demostró la humildad.
Según documentos publicados por el historiador estadounidense y experto en España Stanley G. Payne, el dictador español concluyó en 1951una carta al Papa, de esta manera: “En garantías de buena voluntad y comprensión, el más bajo de sus hijos se arrodilla ante Ud. y le besa humildemente las sandalias de su Santidad”.
Franco está aún muy presente en el espacio público
Aunque tres décadas desde el final del franquismo, muchas calles españolas aún llevan el nombre de los conspiradores de antaño.
El procesamiento de la historia sale a ritmo lento.
En La Orotava, al menos, el Ayuntamiento decidió recientemente cambiar los nombres de calles que llevan nombres de protagonistas del franquismo.
Se dice que debería haber fosas comunes en las Cañadas.
Y que los franquistas hubieran asesinado hasta 2.000 personas en la provincia de Tenerife los primeros seis meses de la guerra civil.
Muy conocido es la resistencia en la isla republicana de La Palma, que se opuso a los insurgentes durante una semana tras el estallido de la guerra civil.
(La versión alemana, publicada en Teneriffa Panorama, 2004 – 2007)
El año 2015, se llevó a cabo el derribo de monumento a Franco por orden del Cabildo de Tenerife en cumplimiento de la ley de Memoria Histórica.