En pleno verano, la Gesta trae el pasado colonial de la isla a las calles de la capital tinerfeña.
Una pequeña fortaleza hecha de piedras macizas y toscas, al lado del Auditorio de Tenerife se convierte en escenario de una obra teatral.
Frente del Castillo San Cristóbal patrullan soldados, vestidos con los blancos uniformes y las botas negras de la época napoleónica. Equipados de anticuados rifles toman posiciones de fuego por orden.
Ó esgrimen con sables.
Mientras tanto, en la torre del Castillo, los guardias están al acecho de fragatas hostiles.
No obstante, el enemigo ya está.
Escondidos detrás carros de heno y fardos de paja, la vanguardia de intrusos ya se ha atrincherado.
El ambiente difunde toques del juego de indios y vaqueros de la infancia.
Algo que, como parece, muchos hombres adultos echan de menos.
Aunque nunca lo afirmarían.
Por eso, se celebra la recreación de los antiguos combates con digna seriedad.
Claro que sí, las batallas en el corazón de la capital de la isla homenajean a un acontecimiento histórico.
Por respeto al suceso, el procedimiento y el vestuario fueron estudiados científica y meticulosamente de antemano.
Los organizadores de la Gesta cuentan con un experimentado director de cine.
Para garantizar que el guion y su puesta en escena impacten a la audiencia.
La Gesta conmemora un acontecimiento histórico
La “Gesta” es un espectáculo al aire libre, celebrado anualmente a finales de julio en Santa Cruz.
La obra teatral conmemora la exitosa defensa de la capital contra un ataque de la potente marina británica el 25 de julio de 1797.
El nostálgico espectáculo asombra a los turistas.
Muchos locales actores aficionados encarnan tanto a defensores como a invasores.
Una asociación organiza la obra colectiva y cuenta con subvenciones del Ayuntamiento y otras donaciones para cubrir los gastos.
En general, el programa y su horario están anunciados con muy poca antelación.
Hay años en los que el espectáculo dura varios días y la zona de la calle La Noria y la iglesia de la Concepción se convierten en campo de batalla.
Otras veces, no hay poco más que un desfile de tropas debido a falta de fondos.
El año pasado el público pudo disfrutar de una impresionante batalla nocturna.
Incluso el gigantesco arco del colindante Auditorio de Tenerife, brillo de una intensa luz roja.
El ataque a Santa Cruz por parte de la Armada británica en 1797 fue el último de tres ataques navales a la capital de la isla.
En los tiempos de Oliver Cromwell buques de guerra británicos intentaron destruir la flota india española al mando de Diego de Egües.
El segundo ataque tuvo lugar en el marco de la Guerra de Sucesión Española.
El ataque de 1797 formó parte de las guerras que siguieron a la Revolución Francesa.
En la batalla, el almirante Nelson perdió un brazo
Originalmente, el reino español fue miembro de la alianza contra Francia para evitar la difusión de ideas revolucionarias.
Por culpa, de la ineficiencia a militar los franceses tomaron Madrid de relámpago.
A consecuencia, España tuvo que convertirse en aliada del vecino país del norte.
En aquellos tiempos, los barcos en rumbo de la península hacia las colonias americanas hicieron escala en Tenerife para abastecerse de provisiones.
Por eso, los británicos intentaron llevarse la isla.
Una armada marítima de ocho barcos se dirigió a las aguas canarias.
El comandante, el almirante Horacio Nelson, tenía a su disposición 3.700 soldados y 393 cañones.
Tenerife contaba con 91 cañones y 1.669 hombres, veteranos y vigilantes incluidos.
El asedio de Santa Cruz comenzó el 20 de julio.
La estrategia defensiva del general Gutiérrez consistió en disparar contra los invasores con todas las armas asequibles.
Los británicos tuvieron que pasar de sus barcos pesados a naos pequeños para llegar a la costa santacrucera.
Donde fueron recibidos por una lluvia de balas que les causó grandes pérdidas.
Los artilleros del Fuerte San Cristóbal incluso lograron hundir una pequeña fragata británica.
Debido a su poco calado, la nave se había atrevido a acerarse a la costa.
Así llegó al alcance de los cañones tinerfeños.
Incluso entre los oficiales británicos hubo muchos muertos y heridos.
El comandante británico Nelson perdió un brazo.
El cañón “El Tigre” que provocó este percance, está expuesto en el “Museo del Castillo San Cristóbal” debajo de la Plaza de España.
Dos calles céntricas de Santa Cruz, deben su nombre al general Gutiérrez y al almirante británico Horacio Nelson, los comandantes de ambos bandos.
Más información: www.gesta25julio.com
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 – 2016)