El espíritu del vino también tiene sus peculiaridades y como parece, la verdad no está siempre en el vino.
Es más, hace poco Tenerife vivió un auténtico escándalo vinícola.
Incluso, algunas voces reivindicaron que debiera rodar la cabeza del consejero de agricultura del Gobierno Insular.
¿Qué sucedió?
En la sucursal de Guía de Isora de Bodegas Insulares salieron recibos que demostraban que se habían mezclado uvas locales 100.000 litros de vino comprado en Ciudad Real (Castilla La Mancha), para comercializar ese producto como vino de mesa.
Eso suena como aguar el vino, no obstante, es práctica legal y común en el sector del vino barato.
Lo que complica el asunto un poco es que el Gobierno Insular tinerfeño tiene casi la mitad de las acciones de Bodegas Insulares.
Y eso no coincide exactamente y en todos los aspectos con la neutralidad de la autoridad administrativa sino tiene más que ver con competencia en el mercado, como algunos sospechan.
Eso resultó tanto en fuertes protestas como en rápida compra de uvas por Bodegas Insulares para calmar las almas, dado que muchos viticultores sufrieron de su abundancia debido a los excelentes resultados de cosecha de los últimos años.
Eso no siempre fue así.
Hace unos años, el mal tiempo causó malas cosechas.
El sector lloró lágrimas de cocodrilo y pidió ayuda al Cabildo.
Algunas bodegas, a los que pertenece la empresa de Guía de Isora, se colaron bajo el techo protector de Bodegas Insulares y se empezó a comercializar vino de mesa.
El resultado fueron ingresos adicionales y la posibilidad de comercializar uvas menos nobles.
El espíritu del vino no cubre la fragmentación del sector
En general, la viticultura en Tenerife es negocio difícil.
El precio de producción de vino de calidad es muy superior al precio de venta de productos comparables de otras regiones.
La citada bodega peninsular, no es la única de Castilla La Mancha, almacena en sus depósitos una cantidad de vino que supera por seis la máxima cantidad de cosecha posible de todos los viticultores de Canarias.
Probablemente, al espíritu de vino del archipiélago le falta un poco la sintonía.
El sector vitivinícola local está dividido y fragmentado.
Hay diez zonas de cultivo de “denominación” en las Islas Canarias, cinco en Tenerife.
El “sector vitícola” tiene muchas facetas: hay viticultores a tiempo parcial, viticultores a tiempo completo y potentes inversores de otros sectores que invierten en viticultura.
Mientras unos sueñan con exportar su producto a EE.UU, otros lo tienen difícil de cumplir con las normas de higiene en el ‘guachinche’, en lo que venden su propio vino durante algunos meses al año.
Hay una gran variedad de bodegas con diferentes necesidades
Hace mucho tiempo suena la idea de reunir las empresas vitícolas el paraguas de la “Denominación Tenerife”.
No obstante, hace poco la “Denominación Islas Canarias”, fundada por el Presidente de la Asociación de Viticultores de Avitebo, empezó su actividad.
Este señor, que siempre se presenta como “representante del 80 por ciento de todo el vino embotellado”, encabeza la protesta de los viticultores contra el Gobierno Insular.
Como en otros ámbitos agrícolas, en la viticultura, los empresarios económicamente fuertes están hasta las narices de deber tener en consideración las necesidades de los otros.
Por eso, les gusta mucho que la legislación nacional obligue a las administraciones a vender sus participaciones empresariales, aunque a una tasa que cubra los costos.
Dentro de seis meses tendrán lugar en Canarias los comicios municipales y autonómicos.
En otras palabras, el escándalo llega en un momento perfecto para exigir al Gobierno Insular retirarse de la elaboración del vino y el mercado determine las reglas del juego.
Si, el espíritu de vino es un ser muy caprichoso.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011-2016)