El titulo de la exposición de José Abad debe su nombre a los elementos que marcan la obra del artista.
El escultor realizó los objetos, que forman parte de “Eros, formas y azar”, entre 1958 y 2011.
No fue fácil resumir la obra en un lema porque a José Abad le gusta mucho ser vagabundo entre diversas formas estilísticas: “Mi trabajo es un constante subir y bajar, saltando de un lado a otro entre estilos y formas. No hay un hilo conductor”.
Esa filosofía refleja también su piso taller, ubicado en un patio trasero del casco antiguo de La Laguna.
Estatuas con toque egipcio antiguo están al lado del sofá, arte sacro cuelga de la pared.
Un grueso libro sobre Van Gogh descansa sobre la mesa del salón, junto a la miniatura del enorme monumento guanche, ubicado en las cercanías del “Museo de la Ciencia y el Cosmos”.
Otra obra de Abad adorna la glorieta delante del Aeropuerto de Los Rodeos. Esta pesada escultura de metal conmemora el décimo aniversario de La Laguna en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
José Abad es el autor de las estatuas guanche de Candelaria
Abad creó también el conjunto naturalista de los reyes guanches, al borde del mar en la plaza de la Basílica de Candelaria.
Con los menceyes, un “trabajo por encargo”, como dice, Abad suele mantener una relación bastante distante.
A principios de los años noventa, el alcalde del municipio intentó dejar restaurar sus antecesores, los guanches, hechos de piedra.
No obstante, la sal marina les había causado daños extremamente graves.
Por eso, se llegó a la conclusión de colocarlas en la calle principal del barrio de Punta Larga donde las condiciones climáticas son mucho más suaves.
A continuación, el Ayuntamiento encargó a Abad esculpir nuevos menceyes de material más resistente para el lado costero de la plaza.
Por supuesto, eso es algo con lo que no suele presumir un artista, muy ávido de distinguir por su independencia y que a menudo vuelve a subrayar que nadie, tampoco clientes, le dicten su forma de trabajar.
José Abad creció en la época franquista
El lagunero José Abad dice que el trabajo creativo es un proceso muy emotivo y personal.
Por eso, evita que otros entren en su estudio porque “yo tampoco me desnudo en público”.
No obstante, tanto la desnudez como el eros juegan un papel importante en su obra.
Eso no sólo tiene que ver con que el sexo, algo que siempre ha vendido bien, sino también con la época, la rígida España de la era franquista, en la que Abad creció.
El hijo de un abogado abandonó la facultad de derecho muy temprano.
A los diecinueve años se huyó a Italia para descubrir la vida.
En Perugia, gobernada por los comunistas en esos años, el aspirante a escultor se “emborrachó y lió con mujeres por primera vez”.
Italia le enfrentó también con estilos de arte: la obra renacentista de Miguel Ángel, las estatuas, en su mayoría desnudas, de la antigüedad clásica y el arte pop que surgió a finales de la década de 1950, por ejemplo.
Esa experiencia puso presumiblemente las bases para la posterior amplitud estilística de su trabajo.
El taller del escultor de metal parece una pequeña fábrica
En la obra de Abad, tanto el Eros como el azar, muy vinculado con el juego, son elementos determinantes.
Para el escultor, el boceto de construcción no es más que el punto de partida.
Abad sabe desde el principio, que una obra va a desarrollar vida propia durante el proceso creativo porque tiene “un estilo de trabajo muy intuitivo.
Estoy conectado a la obra cuando le doy su forma.
Estoy también involucrado en todas las etapas del proceso de su creación”.
Eso significa que Abad debe viajar mucho, porque esculturas de gran tamaño se modelan y sueldan en su posterior ubicación.
Esculpir es un proceso muy físico.
El taller del escultor que se dedica al metal tiene más que ver con una fábrica que con el estudio de pintor, incluso cuando ese realiza grandes formatos.
Grúas y cintas transportadoras electrónicamente controladas son dispositivos imprescindibles para mover materiales que pueden pesar varias toneladas.
Por eso no hay que subestimar el aspecto logístico vinculado con la producción de esculturas.
Quizás es el motivo principal por el que el escultor tiene otro taller en Madrid.
En cualquier caso, José Abad dice que su creación artística no depende de un sitio fijo: “Yo puedo trabajar en cualquier lugar. Todo lo que necesito es un lugar y un presupuesto”.
El ritmo y las pausas de Bach como fuente de inspiración
Algo que tampoco debe hacer falta es la música adecuada.
En el caso de Abad, es la música clásica. Mozart, Beethoven y sobre todo Bach le inspiran. Eso no tiene que ver con la belleza de las melodías sino con el ritmo y las pausas utilizadas en sinfonías y sonatas.
Para Abad la música sirve principalmente como fondo acústico, porque “el trabajo en el material causa mucho ruido”.
Frente a la pintura, a la que José Abad abandonó por alergia al óleo, la escultura es un proceso muy sensual que ofrece un amplio abanico de posibilidades de expresión e interpretación.
“Para mirar un cuadro de tres por tres centímetros, necesitas lupa, mientras puedes tocar y sentir una escultura del mismo formato”, enfatiza Abad.
Su carrera como escultor empezó cuando manipuló trozos de roca en la playa de Punta del Hidalgo.
Esa actividad le dio la señal para dedicarse a la escultura.
Abad también dibuja y crea collages.
Pero no lo hace, como muchos de sus colegas que realizan bocetos de construcción.
Abad intenta de esta manera interpretar su propio trabajo otra vez tras haberlo realizado.
José Abad tiene exposición en Tenerife
En la escultura, el entorno tiene gran importancia.
El efecto que una obra provoca a su alrededor crece con su tamaño.
Por otro lado, el diseño de obras de gran tamaño debe ser más compacto y simple, porque el objeto debe transmitir su mensaje desde la distancia.
La actual exposición visualiza ese fenómeno.
Los organizadores han colocado esculturas de gran tamaño en las zonas peatonales de Santa Cruz y La Laguna que indican a las salas de exposición.
El entorno de la escultura es de gran importancia
“El fenómeno del espacio es muy importante para la obra”, subraya José Abad.
“El entorno influye en la escultura y puede ponerle un sello. Pero puede también pasar lo contrario.
Un objeto sirve para llamar la atención, destacar o formar parte de un todo”.
En el peor caso simplemente molesta.
Abad ilustra la interacción entre forma y entorno con dos objetos en la superficie de la mesa en el salón.
Una figura está rodeada de un marco de metal.
Cuando Abad toca la figura, su mano se convierte en un adicional elemento de diseño en el interior del límite metálico.
Eso no pasa con la segunda figura porque hace falta el marco.
A pesar de no tener hilo conductor, es posible dividir la obra de Abad, en secciones temáticas.
El catálogo contiene tanto visiones creativas de amor y erotismo, sufrimiento y muerte, como representaciones de animales, interpretaciones de la vida y los mitos del continente africano.
El escultor utiliza a menudo recursos estilísticos de diferentes épocas.
Su homenaje a pintores como Magritte o Picasso consiste en la fiel realización tridimensional de los modelos pictóricos.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 – 2016)