Vistas a Santa Cruz desde el Camino de ls Lecheras

El Camino de las Lecheras tiene su encanto. Tanto para los residentes tinerfeños como para los turistas, que, a menudo, exploran la isla a pie.

Hoy en día, caminar por la naturaleza como pasatiempos o pasión es muy habitual.

Disfrutar del encanto de la naturaleza, singular y extraordinaria, para mucha gente es el motivo principal para pasar sus vacaciones en Tenerife.

Sorprendentemente, tanto el turismo como el senderismo son conceptos relativamente nuevos, aunque el turismo, en muchos aspectos, es probablemente la continuación del senderismo a otro nivel.

El senderismo tiene como concepto el disfrute del paisaje, una idea que no existía antes de la época de la Ilustración.

Anteriormente, la montaña causaba sentimientos de rechazo y temor, dice Rafael López Monné, un experto catalán en la interpretación de la naturaleza, en su ponencia durante el Foro Prebenbando Pacheco, el encuentro anual del Aula de Turismo de la Universidad de La Laguna.

Entonces, la función y la percepción del territorio se reducía a su capacidad para dar de comer.

El Camino de las Lecheras
El Camino de las Lecheras acaba en los alrededores de la ciudad de La Laguna

Incluso en Tenerife, los aborígenes y los conquistadores cortaron grandes partes de los bosques para cultivar el campo. Las selvas estaban vinculadas con la oscuridad.

Exclusivamente, los pastores pasaban por estas zonas escalofriantes en busca de pastos para sus rebaños.

La Iglesia católica se aprovechaba de la angustia de la gente y amenazaba, por ejemplo, con que las personas se convertirían en piedras en caso de desobediencia.

A menudo, se construían las ermitas en las zonas de arriba, lugares que facilitaban supervisar al pueblo.

En esta época, los litorales no servían para disfrutar del baño en el mar, sino que eran lugares desiertos y caóticos, dejados por el diluvio.

El senderismo nació hace unos doscientos años

Los primeros pasos para descubrir el paisaje como lugar de disfrute de la naturaleza, los dieron los naturalistas del siglo XIX que recogieron plantas y piedras por razones científicas.

Los famosos viajes de Alexander von Humboldt tuvieron este motivo.

En 1799, el naturalista de Berlín subió al Teide como prólogo de su popular exploración del continente suramericano.

El filósofo francés Rousseau hablaba de la vuelta a la naturaleza y definía las montañas como fuente de la pureza, tanto en el sentido figurativo como literalmente.

Un poco más tarde, los artistas del romanticismo, tanto pintores como escritores, antecesores de los cineastas de la actualidad, presentaban el paisaje como escenario natural.

Ellos mostraban los espacios montañosos y litorales como espectáculos estéticos donde la indomable naturaleza actuaba como protagonista principal.

El Camino de las Lecheras pasa por la parte superior del Barranco de Santos
El Camino de las Lecheras pasa por la parte superior del Barranco de Santos

El caminante sobre un mar de nubes, de Caspar David Friedrich, es una de las pinturas más conocidas.

El mismo artista también inmortalizó las fuertes olas que chocan con las emblemáticas rocas de cal de la isla Rügen en el mar Báltico.

El senderismo, la pasión de caminar por la naturaleza, tiene su origen en el alpinismo.

La ascensión a las cumbres empezó a mediados del siglo XIX, unos cien años más tarde casi todos los picos de las montañas importantes estaban conquistados.

En esos días, se vinculaban estos proyectos con la sublimación del riesgo, el esfuerzo y el sufrimiento, rasgos incluso hoy en día vinculados con las rutas de alta dificultad.

Muestra de la creciente popularidad de las excursiones es la señalización de las rutas que empezó en Suiza hace unos 120 años.

“La velocidad está desfasada, el lujo es la lentitud.”

En el territorio de España se instalaron las primeras señales en 1920 en Cataluña. En la actualidad, senderear es una actividad muy popular.

La excursión a pie es símbolo de contemplación y de la oración del paisaje, destaca por la implicación emotiva con el territorio y apoya al bienestar que, según Rafael López Monné.

Es más que “la ausencia de enfermedad” e incluye tanto aspectos físicos como mentales y espirituales.

Caminar por la naturaleza es un contrapunto al ritmo acelerado y al estrés de nuestro tiempo.

Algo que da la posibilidad de relacionarse más profunda y directamente con los otros y de reencontrarse con uno mismo.

En otras palabras: “La velocidad está desfasada, el lujo es la lentitud.”

Por su tiempo despacio y pausado, caminar facilita una percepción consciente del medioambiente y es una forma excelente para descubrir el patrimonio de una región que es la fuente de su identidad.

En Tenerife, la vida actual casi no tiene nada en común con la forma de vivir de los antepasados.

Las autopistas y las carreteras en la costa son las arterias de tráfico más importantes.

De los caminos tradicionales por los que los tinerfeños se desplazaron a lo largo de siglos, quedan solamente unos vestigios dispersos.

Durante siglos los tinerfeños pasaron por el Camino de Las Lecheras

Hace unos años nacieron proyectos con la intención de recuperar estas vías.

La idea es descubrir el pasado a través de la restauración de la esencia de los caminos antiguos.

Intentar resucitar experiencias del patrimonio personal y crear situaciones que animen a los nietos a preguntar a sus abuelos cómo jugaban en su niñez.

El Camino de las Lecheras ofrece impresionantes vistas a Santa Cruz y el Océano Atlántico
El Camino de las Lecheras ofrece impresionantes vistas a Santa Cruz y el Océano Atlántico

Se ha investigado la situación geográfica y las posibilidades para la instalación de una ruta con una señalización coherente.

Otro análisis refleja las posibilidades de crear fuentes de ingresos para los habitantes de la zona, con la gastronomía, por ejemplo,

La idea es crear lugares, sitios de identidad propia que se diferencien de los “no lugares” de la actualidad.

La expresión se refiere a los espacios de anonimato, diseñados para ser atravesados rápidamente, como centros comerciales o restaurantes de comida rápida.

Instalaciones de las que sus promotores ya saben la duración de la estancia media de los clientes antes de haber colocado la piedra fundamental.

Uno de los proyectos es el mencionado Camino de Las Lecheras, que vincula el barrio de La Salud de Santa Cruz con el pueblo Valle Jiménez, un barrio de La Laguna.

El pequeño núcleo urbano en las falda de las montañas de Anaga está ubicado a una distancia de seis kilómetros hasta el término lagunero de Finca España, por donde pasa la carretera general que une las ciudades tinerfeñas más importantes.

El Camino de las Lecheras nace cerca de la iglesia de La Concepción

En Valle Jiménez nace el Barrano de Santos que desemboca en el océano, en las cercanías de la emblemática Iglesia de La Concepción en el centro de Santa Cruz.

Sus altas paredes verticales ofrecen a los montañistas excelentes posibilidades para mejorar su técnica.

Aquí, incluso hoy en día, se oye el sonido de las campanas que cuelgan del cuello de las cabras y anuncian su llegada a la cima de la colina al borde del pueblo

Los pastores pasan por ese lugar para aprovecharse de los pastos del lugar, en el que nace el Camino de las Lecheras.

El sendero debe su nombre a las ambulantes vendedoras que entonces bajaban por esta ruta para vender la leche en la capital tinerfeña.

Como funámbulos, las lecheras de antaño necesitaban un excelente sentido de equilibrio para pasar por este sendero al borde del abismo del Barranco de Santos, campo a través, estrecho y empinado.

No tenían un bastón que les diera apoyo, sino un jarro con la leche que balanceaban con mucho cuidado en la cabeza para evitar perder ninguna gota del precioso líquido, destinado a la venta en la capital.

Para descansar, aprovechaban las cuevas y las rocas grandes al lado del Camino de Las Lecheras para protegerse de los vientos muy fuertes que castigan esta zona casi todo el año.

En la parte de arriba, el Camino de Las Lecheras, rodeado de plantas autóctonas como el cardón, parece un balcón que ofrece vistas muy insólitas a grandes partes de Santa Cruz.

El panorama incluye edificios y puntos que marcan la capital tinerfeña: el Auditorio, los rascacielos de las Torres, la Iglesia de La Concepción, una gran parte de la zona portuaria y muchos conos volcánicos que marcan la topografía desde arriba.

El proyecto Los Rodeos está en la zona del aeropuerto norte

Los Rodeos es como se llama otro proyecto y pasa por la zona del aeropuerto del mismo nombre en el norte de Tenerife.

El molino de Santa María del mar
El antiguo molino de Santa María del Mar en las cercanías de la carretera general de Santa Cruz hacia el sur

En jerga de los pastores de entonces, “rodeo” significaba la pista por la que iban con sus rebaños, de pasto a pasto.

La idea consiste en recuperar tres de estas cañadas con trazas en la región entre Guamasa, Mesa Mota y el pueblo de Las Mercedes, ubicado en las faldas de las montañas de Anaga.

Un punto importante es la cercanía al denominado kilómetro cero de antaño, enfrente de la Iglesia de la Concepción de La Laguna, donde nacieron todas las vías de la isla cuando la ciudad universitaria tinerfeña era la capital de Canarias.

En otras épocas, en los días festivos los peregrinos tampoco caminaban por el asfalto para homenajear a la Virgen de Candelaria en la villa Mariana.

Sino que pasaban por una ruta en las cercanías de la actual carretera general de Santa Cruz hacia el sur.

Hoy en día, queda solamente un molino en las cercanías del barrio santacrucero Barranco Grande como vestigio visible.

Una plataforma quiere recuperar el viejo camino de Peregrinos, de unos veinte kilómetros de longitud, que pasa por cuatro municipios y pueblos como Igueste o Barranco Hondo, que la gran mayoría de gente conoce sólo gracias a la señalización en la autopista.

Mientras los conceptos en los alrededores de la zona metropolitana tienen su esencia en la creación de la conciencia hacia el patrimonio y el medioambiente.

La Administración del municipio de Granadilla intenta también generar ingresos para los habitantes de las zonas rurales que no pueden subsistir exclusivamente de la agricultura.

Caminos para vincular el patrimonio rural con la naturaleza

La idea consiste en la creación de caminos que vinculan el patrimonio histórico rural con los monumentos de la naturaleza y las sensaciones de rutas de astronomía para ofrecer a los visitantes una experiencia singular en el marco del turismo sostenible.

Los técnicos no se conforman con crear una infraestructura apta, sino que también apuestan por rutas teatralizadas con actores disfrazados como peones o medianeros, quienes interpretan las actividades en los caminos tradicionales.

En Tenerife, hay más conceptos para acercar a los habitantes y a los visitantes al pasado rural de la isla. Un ejemplo es el festival anual Las eras de Tablero, que ofrece rutas interpretadas y actuaciones que tienen su foco en el suroeste de Santa Cruz.

Un rasgo importante que une todas las iniciativas es la implicación y, muchas veces, la participación de los habitantes de la zona correspondiente.

(Publicado en Megawelle, 2011-2016)