Instituto de enfermedades tropicales

Ángela intenta detectar huellas de enfermedades tropicales. Al mirar por el microscopio, ella entra en un mundo misterioso, en un ambiente lleno de secretos.

En la escala real, el objeto de investigación consiste de unos puntos negros ubicados en un blanco envase de plástico, redondo y pequeño.

A primera vista, casi invisibles e inocentes, las mencionadas manchas oscuras (bacterias, gérmenes y amebas) esconden, muchas veces, una fuerza inmensa y extremadamente letal para otros seres vivos.

La macroampliación del microscopio desvela las propiedades de estos microorganismos: la forma exacta de su cuerpo, la consistencia de la superficie, la velocidad y la forma de moverse.

Los objetos que Ángela estudia proceden, la mayor parte de ellos, de zonas africanas y sudamericanas.

Ángela es colaboradora científica del Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de la Universidad de La Laguna.

Ella se dedica a la investigación de enfermedades que se producen en estas zonas del mundo cuyas condiciones climáticas dan el aspecto de paraíso bendecido, al menos en el imaginario de los turistas que vienen a Canarias, en su mayoría, de los países del norte de Europa.

Hace más de una década, el instituto en el Campus de Anchieta, ubicado cerca del emblemático monumento al padre Anchieta, analiza las causas de las enfermedades tropicales para alcanzar soluciones de control.

Los científicos analizan los transmisores de enfermedades tropicales

Durante el periodo invernal, el clima frío en donde se ubica el edificio y su misión científica, dan un contraste impresionante.

La gente lleva chaquetas de abrigo para evitar pasar frío dentro del instituto.

Probablemente, por este motivo, los habitantes de la ciudad universitaria tinerfeña, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, también hablan coloquialmente del “patrimonio de la humedad”.

El Instituto de Enfermedades Tropicales está formado por varios laboratorios.

Los científicos analizan pruebas de agua y de aire tomadas en zonas tropicales.

Investigan los virus y los denominados “vectores”, a menudo insectos, que transmiten agentes infecciosos desde individuos afectados a otros que aún no portan ese agente.

Los científicos intentan encontrar información, tanto biológica como química, muy exacta sobre las propiedades de los microorganismos, su metabolismo, sus moléculas, su estructura y su consistencia.

Con el objetivo de llegar a soluciones eficaces y para minimizar la transmisión y el peligro de contagio.

Instituto de Enfermedades Tropicales: pruebas 1
El objetivo es encontrar información sobre las . . .
Instituto de Enfermedades Tropicales: pruebas
. . . propiedades de bacterias, gérmenes y amebas

El resultado de los análisis puede ayudar a desarrollar fármacos destinados a personas afectadas y su ganado.

Los datos también son fundamentales para la modificación del compartimiento de los habitantes de zonas amenazadas.

Por ejemplo, respecto a la depuración del agua de consumo y de los fecales o la erradicación de parásitos, entre otros.

Para Canarias, siempre ha sido importante evitar el riesgo de infección

El motivo de la existencia del Instituto de Enfermedades Tropicales es la cercanía del archipiélago canario a las zonas tropicales africanas y la función de las islas como plataforma logística entre África, América y Europa.

Para Canarias, islas que se encuentran muy aisladas de continentes, siempre ha sido importante evitar el riesgo de una posible infección y la extensión de epidemias en todos campos.

Por este motivo, en Canarias se utilizan plantas en la agricultura que se extinguieron en la Península a causa de plagas que, afortunadamente, nunca llegaron al Archipiélago.

En el siglo XIX, los visitantes que llegaban a Canarias tenían la obligación de someterse a un periodo de cuarentena en su barco antes de pisar en la isla.

Esta medida se debía, sobre todo, al cólera, una enfermedad tropical, aguda y contagiosa, que provoca el agua potable infectada del vibrión del cólera.

No siempre servía como remedio: pesar de la cuarentena, Canarias sufrió una epidemia de cólera en 1851, un mal que se manifiesta con supuraciones acuosas, retortijones, vómitos, calambres musculares, supresión de la orina, congestión pulmonar y colapso, y que normalmente culmina en la muerte del enfermo.

Hoy en día, en una época marcada tanto por el desarrollo tecnológico como por el turismo y la circulación libre de mercancías, las medidas de prevención aplicadas son más sutiles.

Mosquitos transmiten el virus de la enfermedad dengue

Un ejemplo actual son las trampas que se utilizan para detectar el mosquito Aedes aegypti, un proyecto del Departamento de Parasitología del Instituto de Enfermedades Tropicales.

Este insecto transmite el virus de dengue, que castigó en los tres últimos años los archipiélagos vecinos de Madeira y Cabo Verde.

El dengue es una enfermedad viral, predominante en áreas tropicales y subtropicales que afecta sobre todo a niños, con consecuencias letales en muchos casos.

La enfermedad se caracteriza por una fiebre de aparición súbita que dura de tres a siete días, acompañada de dolor de cabeza, de articulaciones y de músculos.

El objetivo del proyecto mencionado anteriormente es crear una barrera para evitar una posible transmisión del dengue en las Islas Canarias.

Por este motivo, los científicos han creado dos tipos de trampas para detectar una singular invasión temprana.

Las trampas de oviposición localizan puestas de huevos del mosquito transmisor; la otra celada, utiliza un cebo para atraer a los bichos con el olor.

Las trampas están colocadas en puertos y aeropuertos.

Es básico el mantenimiento semanal de las trampas para garantizar la erradicación del insecto, que puede
llegar a vivir hasta dos semanas.

El virus acompaña su futura víctima en coches y tranvías

La identificación rápida de la llegada de Aedes aegypti es básica.

El insecto, capaz de reproducirse en gotas de agua, no puede recorrer distancias de unos kilómetros por sus propios medios, pero en guaguas, en coches o en tranvías si puede ir como “acompañante de viaje” de su futura víctima.

Enfermedades tropicales como la malaria y la leishmaniasis, entre otras, destacan por la rápida extensión de la infección.

Como vectores, normalmente, sirven los mosquitos o los parásitos que afectan a roedores, al ganado, a los animales de compañía o a los hombres.

Instituto de Enfermedades Tropicales: el análisis por microscopio
La macroampliación del microscopio desvela las propiedades de los microorganismos

El agua y la humedad aumentan tanto el peligro de contagio como la capacidad de los virus y de los vectores de reproducirse.

Estas enfermedades, con consecuencias letales, sobre todo, para niños y personas de resistencia corporal reducida, afectan a casi todas las partes del cuerpo humano y se manifiestan por una amplia gama de síntomas: fiebre, hemorragia intestinal, trastornos musculares y dolor de cabeza, entre otros.

En general, médicos y pacientes contactan con el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública en casos de una presunción de contagio.

La instalación científica documenta todas las intervenciones, incluso mediante mapas de los focos y extensiones de las epidemias.

Además, un pilar importante del trabajo del Instituto de Enfermedades Tropicales es la instalación de laboratorios en países tropicales.

El Instituto de Enfermedades Tropicales colabora con países africanos

Esto incluye “la formación del personal que llega de los países africanos a Tenerife”, asegura el director del instituto, Basilio Valladares, quien subraya que la colaboración continúa cuando los laboratorios en el exterior ya funcionan.

En colaboración con el Cabildo de Tenerife, Valladares y su equipo se dedican en este momento a proyectos en Cabo Verde y Senegal.

Hay que añadir que, en la actualidad, la situación económica del instituto es más complicada que sus retos científicos.

Tanto el Gobierno estatal como el Gobierno de Canarias han reducido sus presupuestos para la educación y la investigación.

Eso afecta mucho a instalaciones universitarias como el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de la Universidad La Laguna, que tienen que buscar mecenas y nuevas formas de colaboración para seguir su trabajo.

(Publicado en Megawelle, 2011-2016)