En viaje como tripulante en un velero tradicional de Tenerife hacia la isla de El Hierro, entonces el fin del mundo, da una sensación especial. Navegar en alta mar es una manera excelente de ponerse en los zapatos de los antiguos marineros que pasaban por la zona, donde el viento puede cambiar repentinamente debido a la topografía de las islas.
Hasta hace unos cincuenta años, la navegación enlazaba países y continentes, casi exclusivamente.
Antes del turismo masivo, el navío era el medio de transporte casi exclusivo para llegar a las islas Canarias.
En otros tiempos, las grandes embarcaciones a vela dominaban los océanos del planeta, buques que hoy en día muchas veces sirven como navío escuela, tanto en el ámbito militar como civil.
Entre ellos está la Alexander von Humboldt II, muy reconocible por sus costados de color verde, que debe su nombre al gran naturalista alemán quien, hace unos dos siglos, subió a la cima del Teide antes de continuar su expedición hacia Sudamérica.
No obstante, el nombre no es la causa principal de la gran afinidad de la Alex 2 por las aguas canarias.
Muchas embarcaciones de vela tradicionales prefieren realizar la formación de los cadetes y alumnos durante los meses de invierno en una zona que destaca por su clima cálido en vez de aguantar el frío del mar del norte, castigado por tempestades y olas gigantescas.
La embarcación Alex 2 ofrece una formación náutica en alta mar
La Alex 2, que fue votada hace tres años, es la sucesora de una embarcación muy popular en Alemania debido a sus velas de color verde que salía en un anuncio publicitario televisivo de una cervecería, acompañado de una canción interpretada por Joe Cocker.
La embarcación tiene 65 metros de eslora, diez metros de mango y 5,1 metros de calado. El arbolado de tres mástiles lleva 24 velas de 1.360 meteros cuadrados de superficie. El palo mayor mide 37,8 metros.
La propietaria del barco es la fundación altruista Deutsche Stiftung Sail Training (DSST), que tiene por objetivo conservar las costumbres de la navegación tradicional y ofrecer una formación náutica a aficionados de vela y, sobre todo, a jóvenes. Para viajar como tripulante en el mar hay que cumplir varios requisitos.
Un buque es un mundo muy peculiar con sus propias reglas y donde hay que adaptarse a la situación
y a las condiciones que ofrece el lugar.
En cada esquina y en cada pasillo de la cubierta superior, los novatos pueden engancharse a partes de construcciones y cables o tropezar con cabos y cordones puestos en el suelo, mientras que los marineros de la tripulación fija pasan con una ligereza increíble por todos los posibles obstáculos.
Además, no es aconsejable apoyarse con las manos en los bastidores de las puertas de acero, muy pesadas y de un grosor muy amplio, porque se podrían cerrar repentinamente con el movimiento del buque.
Todos los tripulantes garantizan el funcionamiento de la embarcación
Hay que desplazarse con cuidado, las escaleras que comunican las cubiertas, son muy empinadas, los estribos de los escalones muy estrechos.
Debido a la vacilación de la embarcación, todos los platos y vasijas, estribados en los aparadores y pañoles, están fijados por soportes metálicos.
Los camarotes, proyectados para cuatro personas, son muy estrechos, en los armarios no caben maletas, por eso hay que traer mochilas o bolsas. En los cajones debajo de la litera están estibados los chalecos salvavidas.
Dada la escasez de espacio, todos los tripulantes tienen que tener en consideración las necesidades de sus compañeros.
En alta mar, el ritmo del barco marca el compás de la vida cotidiana. Todos los tripulantes tienen que echar una mano para garantizar el funcionamiento de la embarcación, forman parte de la denominada guardia: dos turnos de trabajo, cada uno de cuadro horas.
Hay tres guardias: de las 24.00 a las 04.00 horas, de las 04.00 a las 08.00 horas y de las 08.00 a las 12.00 horas.
Durante los intervalos de ocho horas descansan, excepto en los casos de maniobras que requieren todas las manos abordo.
En el momento del relevo, la guardia del conjunto cesante comunica los acontecimientos a la nueva guardia, ambos grupos puestos enfrente, separados por un cordón, delante de la caseta de derrota en la cubierta de popa.
Una persona ocupa la vigía en la cubierta de proa, otra lleva el timón, el resto espera las instrucciones del oficial de cubierta de turno.
Cada grupo está liderado por un oficial de cubierta y un marinero con experiencia.
Al contrario que otros buques, la tripulación fija de la Alex 2 está compuesta de aficionados a la vela y no está remunerada, pero el curso de trabajo y la calificación de la tripulación de la Alexander von Humboldt 2 no se diferencia.
Todos los oficiales tienen una larga experiencia profesional en el ámbito náutico. Wolfgang, el capitán, es un práctico jubilado; Joachim, su sustituto, era también comandante de embarcaciones.
Viajar en alta mar es una forma apasionante de pasar las vacaciones
Los pertenecientes a los ámbitos técnicos y de aprovisionamiento, como Hannes, el contramaestre, o Holger, el cocinero, aportan conocimientos de su vida profesional y experiencia marinera.
Marineros de todos los rangos pasaron por exámenes a bordo en viajes anteriores.
Los alumnos pagan por el viaje, dan los primeros pasos en el ámbito náutico y muchos de ellos aprenden con mucha pasión para convertirse en un marinero.
Para todos, un viaje en alta mar, es una forma apasionante de pasar las vacaciones, una forma de evadirse de la vida normal y, por eso, no es muy extraño que directivos realicen el papel de marinero y segunda orden.
La embarcación tiene una cabida de treinta miembros fijos y sesenta alumnos, pero esta vez el equipo consiste de unas cuarenta personas, la mitad de ellos alumnos.
Por lo tanto, las maniobras tardan mucho, porque el cambio de la posición de todas las velas al viento no puede ser realizado al mismo tiempo, sino paso a paso.
El buque, acabado en 2011, tiene la última tecnología. La seguridad tiene prioridad.
Antes de zarpar, Wolfgang comprueba la función de todos los elementos y el bote salvavidas da una vuelta por la dársena.
Llegar al punto al relevo de guardia sin ruido requiere práctica
En cada viaje hay simulacros, por ejemplo, la extinción de incendios en las bajas cubiertas o la salvación de tripulantes lesionados por las vergas.
La embarcación también tiene que cumplir un reglamento ambiental muy estricto. Hay que recoger toda la basura para desecharla debidamente en el próximo puerto.
Además la Alex 2 está equipado por un sistema de tratamiento de aguas residuales y fecales. El primer día a bordo empieza con una introducción para los alumnos.
Los marineros guían a los alumnos por cada cubierta para una vista general. Hay un gran número de puertas en los pasillos y las escaleras se esconden detrás de varias puertas.
La bodega está dividida en varias mamparas, cada una se puede cerrar con puertas de acero muy amplias, en caso de naufragio, para evitar la infiltración de agua.
Por eso, la cubierta de abajo, donde está la sala de máquinas consiste en dos zonas no comunicadas.
En alta mar, una orientación sin problemas es importante para llegar al punto del relevo de guardia y sin causar demasiado ruido, dado que los compañeros duermen durante la noche.
Luego los marineros comprueban el chaleco salvavidas y reciben una introducción de los cabos y de los nudos correspondientes al aparejo.
Una herramienta muy importante de cada marinero es su arnés, equipado de dos maillones, mosquetones especiales, un seguro de vida cuando se trabaja en las zonas altas de la arboladura.
Una gran embarcación y una yola deportiva no son lo mismo
Un poco antes de alejarse, se realiza el bautismo de fuego para los alumnos. Hay que subir la jarcia para soltar los cordones que fijan las velas en las vergas.
El fino cable de retención tiene que ser soltado, porque de otra manera no seria posible manejar la vela. Para llegar ahí, es imprescindible pisar en las trasversas del aparejo.
Las primeras cinco están hechas de sólidos cables metálicos como los obenques verticales en los que se meten las manos, pero las flechastes, las trasversas de cordón, son muy vacilantes.
Es muy aconsejable ponerse las botas sólidas con tacones para tener apoyo suficiente.
Al llegar a la primera plataforma, hay que fijar un maillon en la línea de vida, hecho de metal.
Un cable parecido está tendido a lo largo de cada verga, donde hay también una cuerda en la que se pisa para llegar a la parte exterior de la percha.
A esta altura sobre el nivel del mar, el antiguo lema “una mano para el buque, otra para ti” cobra vigencia.
Eso es solamente el prólogo, porque la salida del puerto, o por lo menos su supervisión, es responsabilidad del práctico de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz, quien sube por una escalera de cuerda, desde su barco a la cubierta superior de la Alex 2.
La salida de la dársena de Los Llanos ofrece vistas impresionantes
La salida de la dársena de Los Llanos ofrece vistas impresionantes de los rascacielos Torres, de la parte trasera del Auditorio de Tenerife y de la plaza Alisios, situada delante del edificio.
Ese conjunto arquitectónico está inspirado en un navío.
Después de despedir al práctico empieza el verdadero viaje de vela tradicional.
Los marineros con experiencia empiezan a alzar las velas estaca entre el trinquete y el botalón, el mástil horizontal que sobresale de la proa, para poner la embarcación en marcha. Luego se alzan algunas velas de verga.
Un viaje en una gran embarcación es muy diferente a una excursión de vela en una yola deportiva en aguas interiores.
Todas las maniobras requieren la fuerza y la sintonía de muchas manos de obra, no obstante, el intervalo entre la acción y la intencionada reacción es muy largo, debido al peso de la embarcación.
Para un novato, incluso si tiene algunos conocimientos de la materia, el aparejo de una embarcación de vela tradicional parece un laberinto de cables y cordones.
Encontrar el cabo intencionado parece, literalmente, como buscar una aguja en un pajar. Tarda un rato para descifrarlo y mucho más tiempo para memorizarlo.
La arboladura de la Alex 2 consiste del botalón, palo trinquete, el palo mayor central y del palo mesana en la popa que están fijados por la jarcia muerta.
Hay dos formas de velas, las triangulares estacas y las velas de verga rectangulares, que están manejadas por la denominada “jarcia laboral”.
Cada vela tiene cordones tanto para alzarla y retirar las drizas y las cargaderas, como para determinar su posición según el viento, cazarla y desatarla, amollarla, como se dice en la jerga marinera.
En las zonas altas de la arboladura las vacilaciones son muy fuertes
Mientras las estacas están vinculadas a las escotas en la parte baja de la vela, las vergas están manipuladas por extremos mediante las denominadas brazas.
Por su anchura, las velas de verga tienen varios envergues, cordones adicionales para alzar y retirar cada parte de la lona de forma simétrica.
Los cabos de todos los envergues de las cinco velas que cuelgan en las perchas de un mástil están sujetados por nudos náuticos en las varillas de las barras, el denominado propao, alrededor del palo correspondiente.
Las varillas de los cabos, tanto para alzar y retirar como para cazar y desatarse las velas, tienen cabillas encima de los costados, algunas están en la cubierta vecina, que se encuentra en el piso de arriba o de abajo.
A veces, los miembros de un equipo actúan lejos y fuera de la vista del otro, y es el viento el que lleva el sonido de la voz.
Por eso el marinero responsable da sus órdenes en voz alta para garantizar la sintonía de los tripulantes.
Manipular las velas es un trabajo en equipo
Para manipular las velas estaca más pequeñas, las foques, se requiere toda la fuerza de cinco personas, que tiran el cabo al mismo compás y en la misma dirección y para superar el frote de los anillos del puño driza de la vela en el cable metálico, la estay, y en caso de viento, se precisan más personas.
Trabajar en las zonas altas de la arboladura en alta mar una tarea desagradable porque, debido al efecto de palanca, las vacilaciones son mucho más fuertes que en la cubierta.
No obstante, hay aficionados que participan en el viaje, sobre todo, para vivir y disfrutar estos momentos.
El trabajo en un velero requiere mucha práctica.
Cada vela y cada cabo tienen una función determinada y su propio nombre. Muchos novatos llevan encima un plano de arboladura en el bolsillo del pantalón para dar un vistazo antes de soltar un cabo.
Los marineros trabajan tanto a plena luz del día como en la noche.
Por eso es imprescindible conocer todo el barco al dedillo y ser capaz de hacer los nudos aptos en cada situación.
Las varillas son de madera y de diferentes metales para facilitar la orientación durante la noche, además hay variaciones de las vueltas y varias clases de cordones para identificar la función de un cabo por las puntas de los dedos.
Por supuesto, una linterna de bolsillo ayuda mucho, pero el alcance de su foco es muy limitado.
Aparte de las técnicas náuticas, los alumnos aprenden el mantenimiento de los materiales, por ejemplo, a esmerilar la superficie de los montones para pintar con una capa protectora.
Un montón es una herramienta en la jarcia laboral que sirve para reducir el esfuerzo.
Los cordones pasan por el rollo de montón que está conectado con el extremo de la verga.
Los alumnos aprenden el mantenimiento de los materiales en alta mar
Por cierto, es más agradable realizar trabajos de esta manera cuando brilla el sol.
En esos momentos es un gran placer disfrutar la inmensidad del océano Atlántico desde el castillo o desde las vergas.
Una aventura es también llevar la rueda del timón, con un ojo pegado a la brújula.
Para mantener el rumbo, el timonel equilibra los efectos de los vaivenes y del viento con mucha tranquilidad para evitar movimientos abruptos de la embarcación.
Tras un viaje de tres días en alta mar, por la tarde, la Alexander von Humboldt II llega a la isla de El Hierro donde ya espera el barco de prácticas para conducirla por la dársena del puerto de Estaca.
Cuando el puerto ya está al alcance, el contramaestre Hannes salta al muelle para amarrar los cables en los noráis (bolardos), mientras en la cubierta tiran los cabos de amarre con toda la fuerza para fijar el buque.
Luego, todo el mundo echa una mano para instalar la pasarela, que anteriormente estaba estibada en la parte de arriba de la trasera del castillo.
En el mar, un grupo de tripulantes, equipado con los cascos que requiere la ley de seguridad laboral, baja con una pequeña grúa del navío, capaz de levantar cargas hasta un peso de 500 kg.
Ahora, todo el mundo lleva la pasarela al sitio correspondiente en el costado, luego se monta el pasamanos, teniendo en cuenta que el nivel de la pleamar se diferencia de la bajamar por un metro veinte.
Por la noche, la tripulación pasa la velada. Es posible participar en los viajes de la Alexander von Humboldt II, incluso sin conocimientos náuticos.
Más informaciones:
Tel.: +49 471 945880
Mail: info@alex-2.de
Internet: www.alex-2.de
DSST, Coloradostr. 7, D-27580 Bremerhaven
(Publicado en Megawelle, 2011-2016)