La música es el medio perfecto para revivir los momentos del pasado.
Un nuevo libro trata la melancolía nocturna, provocada por viejas canciones.
“Esa maldita radio, y este calor. Es imposible dormir con tanto ruido. Con lo que a mí me gusta dormir.”
De esta manera arranca el relato premiado “Bolero para una mujer”, de Emilio González Déniz.
La protagonista quiere dormir, pero las canciones que suenan de un apartamento del vecindario se lo impiden.
En lugar del sueño penetran las melodías melancólicas y los textos anhelosos de los boleros a través de la ventana, en la cabeza de la narradora.
Los temas musicales sirven como estaciones de un viaje al pasado.
En retrospectiva, una mujer de casi cincuenta años deja pasar su vida ante sus ojos para revivir los momentos del pasado: su matrimonio infeliz con un hombre poderoso que tiene una amante para subrayar su posición destacada, la oportunidad desaprovechada de una romanza con un amigo secretamente enamorado de ella, los días estudiantiles en La Laguna, la burla de su hija de veinte años que parece gozar una vida mucho más libre.
Y una perspectiva escasamente prometedora; el futuro no va a cambiar su vida.
El relato escrito antes de más o menos un cuarto de siglo destaca por su lenguaje acertado, que captura precisamente la vida emocional y los pensamientos de esta mujer, que finalmente toma pastillas para poder dormir y salir del son pesimista de los boleros, que viene del tocadiscos del vecino desconocido.
E. González Déniz: “Bolero para una mujer”.
Centro de la Cultura Popular Canaria, www.centrodelacultura.com.
(Publicado en El Guanche/Bajamar, 2008)