En Tejina, la llegada de los Reyes Magos es un gran espectáculo que se prepara con mucha diligencia.
La noche anterior todo el mundo está muy ocupado.
Los artesanos dan los últimos toques a la decoración, luego quitan su banco de trabajo del asfalto, un espacio que normalmente sirve como aparcamiento de la zona comercial de Tejina, un barrio costero de La Laguna.
Desde hace una semana, manos diligentes han equipado la plaza con los complementos necesarios para poner en escena la historia navideña a lo grande.
Los técnicos comprueban el funcionamiento del sonido y la luz
Poco a poco, se montó el castillo del rey Herodes, una fachada que destaca por la puerta, grande e impenetrable, un muro alto y hostil y dos torres emblemáticas.
Luego, siguió una rampa, el acceso al establo de Belén.
En la parte de arriba de la austera estructura metálica de la tribuna del público, el equipo de sonido e iluminación examina el funcionamiento de la gran variedad de focos y altavoces.
Mientras esperan su turno, los actores que representan a María y a José charlan con las compañeras, previstas para hacer de ángeles.
Hay que esperar.
La directora está muy agobiada, tiene que realizar todos los preparativos en muy poco tiempo.
Cuando está lista para dirigirse al cuarteto, llega la banda folclórica que encarna al pueblo judío.
Los músicos tienen prioridad debido a su gran número.
Enseguida, se ponen dos cajas en la plaza en las que montan dos chicas para ensayar la bienvenida.
Después de recitar las palabras memorizadas, el grupo desfila hacia su ubicación final junto a la gran pintura mural, donde ya están puestos los micrófonos.
Un técnico de sonido les espera para probar el funcionamiento de los auriculares preparados que pone en las cabezas de las voces principales.
A continuación, la directora se dedica a la rampa, donde ya están también los protagonistas de los Reyes Magos para ensayar el ofrecimiento de los sabios de Oriente al recién nacido Jesús.
La situación difunde aires muy surrealistas.
De las bocas de los tres hombres, vestidos con cazadoras gruesas y con capuchas puestas, salen palabras extremamente patéticas que contradicen por completo su aspecto actual.
Tras los recitales, suben la rampa para arrodillarse delante de una mujer y de un hombre que no solo llevan trajes de invierno, sino también botas con tacones altos y zapatillas.
Una absurda escena muy parecida sigue en el castillo.
En la primera planta, también en traje de invierno y con una gorra puesta para protegerse del frío, el rey Herodes, repite varias veces su largo monólogo.
El castillo de Herodes brilla en colores rojos oscuros
Durante las pausas, comunica con sus compañeros, los figurantes de la guardia de la entrada en la planta baja.
Es una situación que se parece más a chicos que han pulsado el timbre del vecino de la primera planta por haber olvidado la llave, en vez del ambiente de la región y de la época del nacimiento de la religión cristiana.
Tanto los actores como el equipo de organización viven momentos decisivos.
Los técnicos adaptan la gran variedad de luces al curso de la obra.
El castillo de Herodes brilla todo el tiempo en colores rojos oscuros para difundir una atmósfera enigmática y amenazadora.
En escenas claves, los focos destacan a los actores principales para subrayar el curso del argumento.
A la mañana siguiente, la escena cambia por completo.
El camión con las serraduras ha llegado y todo el mundo echa una mano para cubrir el gris asfalto del aparcamiento y dar al lugar un aspecto rural y paisajístico.
Desde hace más de un siglo, el pueblo de Tejina celebra la llegada de los Reyes Magos con un belén viviente.
En las vísperas del festivo, un gran número de vecinos pone en escena la historia bíblica de Navidad.
La obra arranca con José y María en busca de un albergue y acaba con la huida de la pareja ante los soldados del rey Herodes tras la visita de los Reyes Magos de Oriente.
En la obra participan de unas cien personas
Por supuesto, la base del argumento es siempre la misma, pero la forma narrativa y la puesta en escena ha cambiado muchas veces a lo largo de los años.
Por cierto, es inevitable que cada vez haya nuevas caras en un reparto de unas cien personas, pero también hay actores que encarnan su personaje desde hace muchos años, incluso décadas.
Además, la representación se adapta al desarrollo tecnológico.
La iluminación y los efectos especiales son de último nivel.
La escenografía cambia también para sorprender al público.
Hace dos años, se sustituyó la estrella impulsada por un motor que se movía por una cuerda metálica a la altura de las farolas sobre toda la plaza para conducir a los Reyes Magos al Belén con decoraciones iluminadas en el camino de la ladera rocosa en la trasera de la plaza, para crear la ilusión de un pueblo en las montañas.
La idea de poner esta zona tejinera olvidada en el foco de atención, probablemente haya sido el motivo.
Los ángeles introducen al público en el ambiente histórico
Justamente por este camino llegan José y María para subir al escenario.
Tras la última renuncia de un dueño de dejarles una casa asequible, descubren el establo vacío.
Ocupan la caseta, rodeada de plantas canarias, mientras una patrulla de soldados romanos les pasa corriendo hacia al castillo del rey Herodes.
Luego, dos ángeles empiezan a introducir a los espectadores en el ambiente histórico.
Los seres celestiales, que llevan grandes alas en su espaldas, explican en versos rimados la situación de la gente en Palestina a finales del año cero, como se bautizó mucho más tarde esta época.
Durante esta introducción, el gran grupo de los pastores llega al escenario.
Por supuesto, esta vez los músicos de la banda folclórica y los cantantes llevan la indumentaria típica canaria en vez de su traje civil. El gran conjunto se acerca al belén para homenajear al recién nacido Jesús.
Varios niños suben por la rampa y paran delante de la cuna para recitar poemas.
A veces, se quedan en blanco y hacen reír al público.
Pero los contratiempos no duran mucho.
Un hombre, vestido como vecino judío a su lado, que forma parte del equipo de la organización, les ayuda para facilitar la continuación del recital.
Hay varios figurantes en este gran escenario cuyo papel principal no es actuar, sino supervisar el curso de la obra. Se dedican al mantenimiento del equipo técnico o dirigen a los actores y a los grupos al lugar previsto.
Numerosos domésticos acompañan a los Reyes Magos
Tras el homenaje de los niños al pequeño Mesías, los músicos ocupan sus puestos detrás de los micrófonos para dar paso a los Reyes Magos que entran en la plaza tras haber pasado desde la plaza central del Ramal por la calle principal de Tejina a la iglesia.
Gaspar, Melchor y Baltasar, montados en grandes camellos, están acompañados por numerosos sirvientes y domésticos.
Los reyes y sus sirvientes llevan trajes de seda y terciopelo, mientras las prendas de los críos, que conducen los animales, son mucho más austeras.
Cuando llegan, los Reyes Magos están un poco confusos, no saben si siguen el rumbo correcto.
De repente, un grito les obliga a parar.
Desde el balcón del castillo, un militar les pregunta por el motivo de su viaje.
Contestan que están en el camino para homenajear al nuevo rey de los judíos, recientemente nacido.
Al escuchar estas palabras, enseguida el propio rey Herodes aparece en el balcón para sondear a los visitantes y captar información sobre la ubicación de Jesús.
Como en la mayoría de las obras teatrales y cinematográficas, en el belén viviente de Tejina también el malvado es el papel más impresionante y más exigente para los actores.
La actitud del Herodes durante la conversación pasa entre polos opuestos.
Por un lado, el regente somete a los visitantes a un duro interrogatorio y les amenaza de forma camuflada.
Luego, de nuevo, intenta congraciarse, no obstante, tiene grandes dificultades para camuflar sus malvadas intenciones detrás de una fachada de cordialidad muy fingida.
Los Reyes Magos llegan al establo de María y José
Por supuesto, los Reyes Magos no tardan mucho en ver que la testa coronada en el balcón es la de un malvado mentiroso y respiran cuando pueden salir del sitio inhóspito para llegar a la gran pintura mural luciente.
Desde aquí ven las luces del establo de María y José y bajan de los camellos para traer sus regalos al niño.
Tras haber entregado el oro, la mirra y el incienso, los tres reyes y sus domésticos se ponen boca abajo en el suelo alrededor de la cuna para rendir homenaje al Mesías, luego se van.
Alertado por los Reyes Magos sobre la amenaza del rey Herodes, María y José recogen sus enseres, salen del establo y bajan la rampa, donde ya les espera un pastor con el burro, en el que María ya estuvo montada al inicio de la obra.
Cuando acaba la obra todos los espectadores se levantan y aplauden, luego charlan familiares y amigos.
El belén viviente de Tejina sirve también como punto de encuentro anual, donde la gente encuentra a conocidos, quienes no ve a menudo.
Luego, todo el mundo va a casa para el reparto de los regalos
(Publicado en Megawelle, 2011 – 2016)
