La danza y el baile son expresiones corporales. Las coreografías se aprovechan de los movimientos de los bailarines para crear imágenes y visualizar ideas. Algo que también intenta el festival “Cuadernos Escénicos”.
Esta tarde, los rayos del sol, largos e intensos, acarician la pequeña roca enigmática en el inmenso
mar azul, a la que el municipio de Garachico debe su nombre.
La luz hace brillar las fachadas de las casas tradicionales del pintoresco pueblo portuario, que este día presenta su lado bueno.
Poco a poco, el inicio paulatino de la puesta de sol crea sombras cada vez más pronunciadas.
De repente, dos seres enigmáticos emergen a la superficie de adoquines del muelle y, con mucho cuidado, se acercan a la escultura, erecta y cuadricular, en la parte más lejana del espigón.
Paso a paso, se adelantan cuidadosamente hacia el gran hueco que se abre en el centro de la blanca obra de arte, con la intención de destacar de la naturaleza del fondo, de la misma manera que un marco en un museo de arte resalta las formas y los colores de una pintura.
Recién llegados, los personajes enigmáticos, se dan cuenta de que la viga que forma la parte inferior del marco de mármol, también es un obstáculo en el camino que hay que superar para seguir.
Inicialmente; tardan, pero luego pasan esa barrera que casi llega hasta las rodillas.
Vestidas con prendas austeras y con peinados evidentemente futuristas, la pareja reiteradamente mira con perplejidad y sin saber qué hacer de un lado al otro y más tarde entre sí.
En “Cuadernos Escénicos” también participan aficionados
Parece que han llegado a tierra ajena, hasta el momento, completamente desconocida.
Siguen mirando a su entorno sin comprender, mientras se mueven a tientas adelante, siempre ávidas de captar informaciones de cualquier manera para lograr referencias útiles para orientarse.
Tanto las miradas curiosas como los bruscos movimientos de las extremidades y las extrañas posturas de sus cabezas, desvelan que ambas están explorando un terreno muy extraño y probablemente hostil.
Siguen moviendose solas y en pareja, mientras los torsos parecen seguir a un ritmo muy propio y peculiar.
La manera de girar las cabezas, la perplejidad en sus rostros, los repentinos movimientos, tanto de los brazos como de los cuerpos, recuerdan la corporalidad de los reptiles.
Los seres extraños infunden una rara mezcla de curiosidad e inseguridad, timidez y angustia, mientras siguen adelante.
Este insólito desfile, protagonizado por Laura Marrero y Paloma Hurtado, despidió la tercera edición del Festival de danza “Cuadernos Escénicos”, organizado por el Ayuntamiento de Garachico y los responsables del Teatro Victoria, ubicado en Santa Cruz.
En el marco de “Cuadernos Escénicos”, que tuvo lugar durante una semana en el mes de julio, se ofrecieron varios talleres de baile tanto a ancianos como a jóvenes, quienes también estrenaron las coreografías que ensayaron.
La interacción de todos los componentes del elenco es importante
Además actuaron algunos de los mejores bailarines tinerfeños.
El festival “Cuadernos Escénicos” mostró el amplio abanico de posibilidades que ofrece la danza.
El baile no es solo mover el cuerpo al ritmo de un sonido, normalmente musical.
Una coreografía no solo consiste en movimientos individuales, sino también en la interacción de todos los componentes del elenco y en la sintonía de todas las partes involucradas en el acto.
Muchas veces, el entorno puede marcar su carácter, sobre todo cuando la naturaleza o las fachadas de un casco antiguo sirven como escenario.
En general, el aspecto general de una obra escénica es esencial para emocionar al público.
A veces, incluso la falta de conocimientos expertos puede subrayar el mensaje y resultar más emotiva.
La actuación de las mujeres de la asociación de mayores de Garachico, movió a los espectadores por su sencillez y veracidad.
Con gestos escasos, las ancianas ilustraron las palabras de la voz en off del narrador.
Entraron y salieron a través de las grandes puertas de casas antiguas.
Llevaron maletas de un lado a otro para visualizar su vida, una existencia marcada por la inmigración de maridos e hijos a Sudamérica, para buscar una vida mejor.
Y para dar pan a los parientes en su isla natal.
Este fue un destino habitual para muchos tinerfeños a lo largo de muchos siglos.
Muestra de ello es el monumento al Inmigrante, ubicado sobre el puerto de Garachico, que rinde homenaje a estos hombres.
“Cuadernos Escénicos” anima a bailar en sitios muy peculiares
El estreno de las abuelas subrayó de forma impresionante los objetivos principales del festival: acercar a los ciudadanos el arte y contextualizarlo con la vida y las experiencias reales de los habitantes del pueblo.
Las actuaciones de los bailarines estuvieron vinculadas con la historia y la arquitectura, el paisaje y la situación geográfica de Garachico.
Ese pueblo albergó hace unos tres siglos el puerto mas importante de la isla de Tenerife.
Muchos de los sitios más importantes sirvieron como escenario.
El bailarín Daniel Abreu ofreció su actuación en la plaza de la Tierra junto al parque, cuyo terreno sirvió como almacén para mercancías destinadas a la exportación durante la época dorada de Garachico.
Paula Quintana actúo en el puente sobre la parte alta del parque.
Su actuación destacó la ubicación de Garachico.
El municipio está situado en la falda de una altísima montaña, de donde hace unos trescientos años brotaron las masas de lava.
Enterrando el núcleo urbano y el puerto, esa erupción volcánica puso punto final a la floreciente economía de la región.
Bailar en un barco entre las fachadas canarias tradicionales
La dinámica actuación de Teresa Lorenzo en una barca sobre un remolque puesto entre las fachadas de casas canarias tradicionales, en una estrecha calle de adoquines, demostró tanto el gran abanico de posibilidades que ofrece un simple bote a la creatividad y la inspiración de una artista, como la gran importancia que la navegación y la pesca tenían por la economía de Garachico en el pasado.
Además, compruebo que incluso el arte tiene que conformarse con soluciones menos espectaculares.
La idea inicial, bailar en un barco en el mar, resultó no ser viable debido al viento y los
La marea cambiante a lo largo del día, causada tanto por el viento como por los fenómenos de pleamar y bajamar.
Se bailó también en el tejado de una casa terrera, encuadrada por las coronas de grandes sabinas,
delante de unas vistas espléndidas a las montañas de Teno.
Un sitio urbano recuperado como entrada emblemática al casco histórico, ocupado hasta hace pocos años por los surtidores de una distribuidora de gasolina.
“Cuadernos Escénicos” intenta hacer visible lo invisible
El baile de Paloma Hurtado y Laura Marrero en el muelle fue fruto de una semana de intenso trabajo.
Ambas bailarinas desarrollaron una coreografía en la pista de unos 50 metros que separa las dos partes de la escultura “Puerta sin puerta”.
El aspecto “muy frío de la obra del arte que forma un contraste muy impactante con la naturaleza” fue uno de los vértices del concepto.
A los artistas también asombró que la gente utiliza los grandes marcos de mármol como decoración para sus instantes.
“Posan de varias maneras. Es interesante la postura de sus cuerpos. A veces un tanto surrealista”, dice Paloma.
Estas inspiraciones finalmente dieron lugar a la idea de dos extraterrestres que llegan a este lugar donde viven una transformación.
A lo largo de la actuación las bailarinas entran en el agua, para seguir su danza con ropa y pelos mojados.
A partir de este momento, sus movimientos se acercan a un cuerpo más primitivo, como imbuidos por un
poder superior que recorre sus cuerpos llenándolos de la energía que viene de la tierra.
(Publicado en Megawelle, 2011 – 2016)
