En su día, el Café Siete era el centro de la vida cultural de La Laguna

Hace unos años, el Café Siete jugó un papel clave en la vida cultural de Tenerife.

Muchos de los más populares artistas en el ámbito de las artes escénicas empezaron su carrera en el pequeño escenario del bar lagunero: las compañías de cómicos Abubukaka y Clownbaret, el cantante Fran Baraja, varios protagonistas de la serie televisiva “En otra Clave”, el cómico Aarón Gómez, la diseñadora Betsabé Borcha  . . .

El año 2006, la actriz madrileña Helena Lara abrió las puertas del bar de la Calle El Juego 7 para dinamizar la cultura de la isla.

La casa que alberga el Café Siete pertenece al pequeño conjunto de edificios que sobrevivió a los masivos derribos de edificios históricos en los alrededores de la Avenida Trinidad, destinados a construir nuevos complejos de hormigón más rentables.

Para frenar las nefastas actuaciones del sector de construcción, la administración municipal de la tinerfeña ciudad universitaria arrancó el proceso administrativo para lograr el título del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

El programa del Café Siete de junio de 2008
El programa del Café Siete de junio de 2008
El programa estival 2008
El programa estival 2008

Artistas emergentes actúan en el Café Siete

Tras la apertura, no tardó mucho hasta que el Café Siete se convirtió en el punto de encuentro de una nueva generación de artistas.

Músicos, cómicos, cuentacuentos, magos y muchos otros artistas salieron a las tablas del café para presentar su trabajo al público.
Había también concursos en varias disciplinas y exposiciones de artistas de las artes gráficas.   

Cada semana había muchas actuaciones, en la planta superior tenían lugar talleres. 

Las inquietudes artísticas de la fundadora no coincidieron con su destreza económica.

Tras unos años, Helena Lara se vio obligada a enajenar el Café Siete.

Los nuevos propietarios lograban la rentabilidad económica del sitio.

No obstante, con el paso del tiempo las actuaciones se disminuyeron y la magia cultural de los primeros años se marchitó. 

La revistita El Guanche (DIN A5) solía publicar el programa mensual del Café Siete durante el año 2008.

Un anónimo cliente habitual del Café Siete con pseudónimo Diegogiuliano envió en varias etapas por correo electrónico el siguiente cuento a la editorial.

El programa del Café Siete del mes de diciembre de 2009
El programa del Café Siete del mes de diciembre de 2009

Diegogiuliano: En guagua a ninguna parte

Creo ser uno de los pocos que, al subirse a la guagua, intencionalmente se sienta al revés, en la butaca de espaldas al conductor.

Centenares de individuos por lo tanto se sientan frente mí, nos miramos, evitamos las miradas, nos aislamos eludiendo contactos pero dejando a veces que nos entren por los oídos sus chismes.

Una señora se santigua.

Algunos mantienen sus cuellos en hierática rigidez, inmunes a baches y frenadas, otros se abandonan a un vegetal balanceo de cabeza, como aquellos perritos atrapa polvo que nos miraban desde la bandeja de la luna trasera de los 600 y los 124.

El tipo del asiento de al lado de la puerta reajusta su boca, no se ha puesto la dentadura postiza y sus labios, invisibles, hay que buscarlos como a las monedas que se esconden donde los cojines encuentran el respaldo del sofá.

A veces es inevitable fantasear con sus vidas y cuanto más inexpresivas sus caras más cancha para la imaginación.

Rockabilly y reggaeton

Los que al entrar saludan, encuentran pronta y cordial respuesta del chofer. El hombre sin dentadura boquea un poco.

El joven de los auriculares bosteza, seguramente no vivió los momentos de tensión que yo pasé cuando, subiendo a La Laguna, una muchacha mp3 sentada frente a mí, hizo lo mismo y al igualar la presión las orejas se le tragaron los cascos, afortunadamente no inalámbricos, así que el moreno de al lado, con pericia de pescador de sargos, se los pudo sacar y evitó que aquella se quedara con el reggaeton metido en el propio cerebro.

Finalmente otro pasajero ocupa el otro asiento invertido.

Tengo que girarme 90 grados para poder estudiarlo.

Seguramente es un retornado. Tiene todos los típicos detalles del retornado.

Los ya escasos cabellos aunque bien repartidos los lleva cuidadosamente peinados como un canoso rockabilly.

Del bolsillo de su guayabera crema asoma un peine, no confía en su tupé estos días de viento.

Lleva un bolso tipo agencia de viajes con la bandolera cruzándole el pecho, y la guayabera.

Anillo de oro, reloj de acero y en la otra muñeca el brazalete de cobre para el reuma.

En su boca, bajo un bigotito muy bien arreglado, se agita como batuta un palillo, detrás de la oreja izquierda el sonotone delata que todavía tiene interés en escuchar algo.

Aunque bostece, su oreja no se lo va a tragar porqué lo tiene pegado como una garrapata sacia detrás del pabellón.

Con lo que tiene que tener cuidado es con el palillo. Los que al entrar no saludan suelen recibir el mismo desdeño de parte del chofer.

Unos asientos más allá un anciano elegante y sobreabrigado. . . (CONTINUARÁ)

El programa del Café Siete del mes de mayo de 2008
El programa del Café Siete del mes de mayo de 2008

Diegogiuliano de Café Siete: En guagua a ninguna parte II

Unos asientos más allá un anciano elegante y sobreabrigado mira repetidamente el reloj.

¿Qué prisa tendrá a su edad?, pienso.

Alguien tiene que cuidar de él por lo planchadas que van sus veteranas ropas.

Alguien, no él, que si no dispensaría igual trato a sus zapatos, mocasines claros un poco rotos y bastante sucios.

Alguien que no se levanta a su lado y no le reprocha al vestirse que lleve calcetines de diferente color.

Alguien que quizás planchará su última camisa un día de estos y la llevará a la funeraria junto a dos calcetines hermanos.

¿Será su hija o una antigua amante?

¿Será la persona con la cual quedó y quizás llegue tarde?

Vuelve a consultar la hora con un hábil lance de antebrazo que deja descubierta la muñeca de la americana de cuadraditos

La vida tiene sus particularidades

¿Cómo va a ser puntual alguien con calcetines desemparejados?

Las mujeres aprietan con fuerza sobre sus vientres bolsos repletos de tesoros, los agarran con las dos manos cruzadas, como si alguien fuera a dar el tirón de un momento a otro y escogiera, tras estudiarlas, a la más desprevenida.

Los dos morenos de enfrente por el contrario han soltado sus mochilas en el suelo, no les hacen mucho caso, probablemente no contengan tesoros, puede que un tupper, arroz con pollo.

Por el calzado diría que trabajan en una obra, en la construcción, pero sus ropas tienen un aspecto extremadamente pulcro.

Seguramente lleven calcetines del mismo color, aunque se despierten solos, o con otros diez compañeros de piso.

Puede que se la hayan ingeniado y compraran todos calcetines iguales, puede que hagan turnos.

Esta semana toca a Youssou la colada, Ahmed emparejando calcetines, Mamadou el arroz con pollo. Los dos de la guagua han llegado a su parada y demuestran unas previsibles dotes de agilidad al levantarse y desplazarse deslizando sus manos por los tubos, mochila al hombro, a trabajar.

(CONTINUARÁ)

El programa  del mes de abril de 2008
El programa del mes de abril de 2008

Diegogiuliano: En guagua a ninguna parte III

La guagua “La Punta…- Santa Cruz” no lleva asientos invertidos.

No poderme acomodar en el mirador de individuos me obliga a contemplar solo sus espaldas, el cuidado de sus pelos, el balanceo de las cabezas.

Al no poder retar a ninguna joven a que aguante una mirada más de dos segundos me dedico a escrutar por la ventanilla. Descubro paisajes para mí, inéditos.

Para mí y para los pobres conductores de los coches que se mueven a sesenta centímetros del suelo.

Veo jardines hasta ahora ignorados, solares abandonados y mal aprovechados, casetas de perros que solo había oído ladrar y que no pintan tan feroces como su aviso.

Hoy tocó otra vez el chofer de barbita, el simpático y atento. Tiene un saludo y unas palabras para todos.

Esos “mi niño” o “mi niña” sinceros, aunque a quien vayan dirigidos, le doble en edad.

Es joven pero tiene un don de empatar con todos los que se suben a la guagua, sobre todo con los mayores.

En esta línea es muy popular.

Hasta a mí, viajero novel, ya me saluda como a un viejo conocido y haciéndolo cede el paso a un coche. Parece dotado de una paciencia infinita, ojalá lo sea, no le pase como a aquel amigo de mi colega Soren que de tanto tragar acabó explotando.

Una guagua es un pequeño mundo en sí

Los muchachos y las muchachas se dirigen a la costa.

Bermudas floreadas, grandes bolsos fluorescentes, tatuajes recién hechos y esclavas en los pies, que dificultan a los rezagados la carrera para poderse subir.

Al pasar por delante del cementerio contemplo la extraña imagen de la pegatina del cristal sobreponiéndose a la entrada del recinto.

Salida de socorro. Ya entiendo porqué alguien se santigua. Puede que sea la única salida, desde luego la última y definitiva.

Mientras tanto, habrá que recorrer todas las paradas que aún queden hasta el destino.

Estar enfermo de muerte es no poderse morir. “Tegueste” le dije al chofer al fichar el bonobus.

No creo sea ese el destino último, pero que se vayan cobrando hasta allí, de momento no tengo pa’ más.

Mientras no reúna lo suficiente para cambiar de circuitos, quedan unas cuantas 051 en que fichar.

A lo mejor enseñando estos apuntes a la compañía de transportes me concedan un bono universal o quizás me entreguen el martillito especial para romper cristales y buscar la salida liberatoria de este viaje que se está haciendo un poco largo.

A las viudas se las busca por las jugosas herencias, a las jóvenes licenciadas por sus brillantes posibilidades futuras, pero como es posible que yo lea “parada solicitada” cuando a mi no me quiere nadie ni teniendo trabajo fijo.

(La versión alemana publicada en Teneriffa Panorama, 2004 – 2007)