Rutas teatralizadas sirven para revivir el pasado.
La fachada del Palacio Nava y Grimon hacia a la Plaza del Adelantado parece un muro gris e impenetrable.
Normalmente las puertas están cerradas.
No obstante, hoy el portal principal ldel Palacio Nava y Grimon está abierto.
En patio del majestuoso edificio se ha tumbado un guardia de seguridad, vestido de uniforme y duerme su embriaguez.
El casco calado sobre el su rostro.
De repente, alguien le despierta bruscamente.
Un artesano ha venido a proporcionar un presupuesto para la renovación del edificio.
No, no, no se trata de las extensas reformas a las que se someterá la edificación en los próximos años para convertir el palacio, cerrado desde muchos años, en un hotel de lujo.
El artesano un es artesano de verdad sino actor que interpreta una escena ubicada en el siglo XVIII.
El guion se refiere a los preparativos de las numerosas reconstrucciones a las se sometieron el edificio a lo largo de su vida.
La escena forma parte de una de rutas teatralizadas celebradas en La Laguna en determinadas ocasiones.
En esos días, se abren al público edificios que pasan el resto del año cerrados.
La intención de las rutas teatrales es revivir el pasado con los medios de las artes escénicas.
Las rutas teatralizadas secuestran al público lugares inaccesibles
Las rutas teatralizadas recuperan muchos detalles que normalmente pasan desapercibidos.
Jorge, el primer Grimón, fue compañero de armas del conquistador Fernández de Lugo.
En el Palacio Nava y Grimon, construido por la familia, tuvieron lugar las tertulias de la élite intelectual tinerfeña en la época de “Iluminación”.
Tomás Nava y Grimón, el anfitrión de las tertulias, encargó en 1776 la construcción de la fachada, que contrasta con el resto de la edificación.
El Palacio Nava y Grimon, se extiende a lo largo de la estrecha calle Dean Palahi, a unos cien metros, frente a la larga fachada del Monasterio de Santa Catalina.
En su interior, el Palacio Nava Grimon alberga un techo de mosaico bien conservado, el mejor ejemplo del arte portugués en Tenerife.
Desde hace una docena de años, la ciudad universitaria tinerfeña forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Eso no quiere decir que el casco antiguo de La Laguna impresione por la belleza y singularidad de su arquitectura.
Los edificios laguneros suelen ser bastante simples, en su mayoría sin adornos.
En general, el diseño del portal sirve como criterio para relacionar el edificio con una época de la histórica del arte.
No obstante, eso no siempre significa que el momento de la construcción y la época clasificada coinciden, dado que las tendencias en todos los ámbitos llegaron con mucho retraso a las islas ubicadas muy lejos del continente europeo.
Además, el dinero siempre fue escaso.
La particularidad de La Laguna consiste en la planificación del casco antiguo.
El trazo de sus calles sirvió posteriormente como modelo para La Habana y Buenos Aires.
Los monjes impulsaron el desarrollo de ciudad
La Laguna nació alrededor de la iglesia de La Concepción, al lado de la antigua laguna a la que debe su nombre.
Un poco más tarde, el primer gobernador insular, el Adelantado Fernández de Lugo, trasladó el centro de San Cristóbal de La Laguna en el solar de la actual Plaza del Adelantado.
Señal visible de este cambio es la pequeña iglesia de San Miguel del año 1515. Tras el derribo de los edificios colindantes, construidos mucho tarde, la fachada del sencillo edifiio vuelve a ser visible desde lejos.
Tras la conquista española, monjes y monjas fueron impulsaron la colonización de Tenerife.
La construcción de monasterios sirvió para atraer otros creyentes a la vega lagunera, marcada por un clima muy húmedo y fresco.
A menudo, pasaron muchas décadas entre la planificación, el inicio de la construcción y la mudanza al edificio acabado.
En los primeros años el padre dominico Padre jugó un papel clave porque tuvo la tarea de construir dos monasterios, uno para hombres, otro para mujeres.
En las escenas de la ruta teatralizada lagunera, Mendoza sale como monje emprendedor que nunca se avergüenza.
El fraile sabe perfectamente que su misión es recabar tierras y dinero de los nobles y ricos para ampliar las instalaciones monásticas.
Mendoza destaca por perseverancia, negocia los integrantes de una casta, muy ávida de aumentar su poder y riqueza, aplicando todos los medios ilegales incluidos.
Gracias a la tenacidad del padre Mendoza, la posteridad disfruta del monasterio de Santo Domingo, que, en la actualidad, alberga las Conserjerías de Cultura y de Turismo laguneros y salas para exposiciones y actos culturales.
En las rutas teatralizadas el patrimonio se convierte en escenario
Las rutas teatralizadas pasan también por el ex convento Santo Domingo, ejemplo que muestra que los edificios eclesiásticos estaban sometidos de profundos cambios constructivos durante las épocas.
No todos los lados del edificio que rodea el patio tiene tres plantas.
¿Por qué?
Se cree que a lo largo de los siglos hubo varias fases de construcción pero al fin y al cabo faltó dinero para completar la obra.
Hace unos años, cuando el antiguo monasterio se convirtió en un edificio administrativo, también se descubrieron portales centenarios, tapiados por los monjes en el marco de anteriores reformas.
En el lado sur, se descubrió una bóveda, probablemente sirvió como pozo negro.
En esta zona comenzaron los amplios ardines del monasterio.
Todo lo que queda es una pequeña zona verde alrededor del drago de quinientos años.
Sin la perspicacia comercial del Padre Mendoza, probablemente Santa Catalina tampoco existiese.
Este convento se construyó en gran parte sobre terrenos del gobernador de Lugo.
Sin embargo, según el guion de la ruta teatralizada, era imprescindible adquirir solares de Princesa de Ascoli para poder empezar la construcción.
Eso muestra la escena que tiene lugar en el patio lateral del monasterio, que solo está accesible en ocasiones especiales.
En 1524, incluso los franciscanos se habían mudado de su sede habitual en la actual Plaza de Cristo para ofrecer una residencia temporal a las piadosas mujeres.
Las monjas utilizaron ese albergue durante mucho tiempo, dado que no pudieron trasladarse al convento de Santa Catalina antes de 1611.
Los “ajiménez”, no llegaron antes del siglo XVIII.
Esos balcones de las torres de madera laterales facilitaron que las piadosas mujeres podían mirar a escondidas lo que sucedía fuera de los altos muros del monasterio sin ser vistas desde fuera.
Desde siempre, incendios peligran el patrimonio cultural lagunero
Casi ningún edificio eclesiástico muestra el mismo aspecto como en su apogeo.
En la mayoría de los caso por una razón muy profana: falta de protección contra incendios.
A lo largo de los siglos ha habido muchos incendios en los monasterios e iglesias de La Laguna.
A menudo con consecuencias devastadoras.
En 1964 las llamas destruyeron por completo la iglesia del monasterio de San Agustín, que en otras épocas formó el anillo exterior de la ciudad con las abadías franciscana y dominicana.
En 2006, ardió la Casa Salazar, sede del obispado.
El Ayuntamiento de La Laguna ha ampliado en los últimos años el número de visitas guiadas por el casco histórico de la ciudad.
El objetivo dar conocer es mantener el patrimonio cultural, tanto a residentes como turistas.
Tanto las rutas teatralizadas como las visitas guiadas comienzan en la información turística del patio de la Casa de Alvarado Bracamonte, que forma parte del recinto del ayuntamiento, y se realizan en varios idiomas.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 -2016)