Hace diez años, la desaparecida “Teneriffa Magazin” describía el recién inaugurado Auditorio de Tenerife como un “fuego artificial de arquitectura” que “estimula y fascina la imaginación de los visitantes”.
El medio añadió el ascenso de la isla a “otra división” en el ámbito cultural.
El Presidente del Cabildo Insular, Ricardo Melchior, aún de aspecto muy juvenil, lo calificó como un “edificio importante, no solo para la cultura”.
La nueva sala de conciertos en la mayor de las Islas Canarias fue incluso un tema para la prensa internacional.
“Usamos el paisaje como decorado, que se puede percibir desde diferentes perspectivas desde el interior del edificio en forma de cono a través de aberturas”, explicó el arquitecto Santiago Calatrava el concepto.
Además, describió los cambios en el corazón de la capital tinerfeña, realizados en los quince años que provinieron a la construcción.
“Cuando comencé aquí en 1988, todo tenía un aspecto y se veía diferente”, dijo el constructor.
“Entonces estaba una refinería de petróleo en el lugar del auditorio, aquí en ese momento. Un vertedero ocupó el sitio del parque.
El sur de la capital aún no estaba conectado a la autopista y el Recinto Ferial tampoco existía”.
Durante muchos años Tenerife miró con envidia hacia el Auditorio Alfredo Kraus, inspirado en la cultura de Arabia en la trama al final de la playa de Las Canteras en Las Palmas.
En 2003, por fin la isla contaba con su propio edificio, representativo perfectamente equipado para celebrar eventos, solemnes y espectaculares.
El Auditorio de Tenerife se convertía en símbolo de la isla
La inauguración tuvo lugar en el periodo de auge económico e inmobiliario de España.
En todas las partes y rincones habían surgido agencias inmobiliarias, muchas de ellas no existen más.
El Presidente del Gobierno Insular, Ricardo Melchior, recibió de los franceses una medalla para destacar la cooperación de los científicos del país galo con el tinerfeño Instituto de Investigación de Energías Renovables, ITER.
La isla sufrió una plaga masiva de coches chatarras abandonadas en el espacio público.
Su raíz era la introducción del euro.
El número de matriculaciones de nuevos coches había disparado vertiginosamente, a menudo financiado por préstamo.
No obstante, muchos propietarios de los nuevos vehículos carecieron del efectivo para liquidar las deudas acumuladas por multas de tráfico.
A menudo se trataba de cantidades de más de mil euros.
En esa época, las administraciones no estaban equipadas de ordenadores y sistemas electrónicos y las colas en las oficinas eran interminables.
A menudo, la gente llegaba a la conclusión de que los empleados estaban más interesados en analizar el valor literario de los modelos administrativos que en despachar los trámites con rapidez.
A continuación, el nuevo Auditorio, en el que estrellas a nivel mundial ofrecieron grandes espectáculos, se convirtió en el símbolo más importante de Tenerife tras el Teide.
Con el paso de tiempo salió también a la luz, que no todo del nuevo y magnífico edificio era perfecto como inicialmente pareció.
La acústica tenía sus defectos.
Muchas butacas ofrecen poco espacio para las piernas, espacio sacrificado para garantizar el aspecto representativo de opulento edificio.
Si los constructores hubieran tenido en cuenta la ergonómica en la planificación de los asientos, el edificio seria unos diez o más metros más ancho.
En el modelo del Auditorio de Tenerife está en Valencia
Y por supuesto, el Auditorio parece una versión económica de otro edificio construido por Calatrava, en la Ciudad del Arte de Valencia, ambicioso proyecto cultural que se hizo posteriormente muy famoso por la corrupción y el despilfarro de fondos públicos.
A continuación, el constructor Calatrava recibió muchas hostias, dado la estética de sus obras a menudo va a expensas de la funcionalidad.
Tras la aprobación de la ley española sobre la declaración de bienes en el extranjero el año pasado, dejó saber que la nueva ley no afectaría a pesar de sus extensos y costosos proyectos de construcción en España.
Calatrava destacó por ser residente en Suiza desde muchos años.
Algo que también explica el origen de su excelente conocimiento del idioma alemán.
Ahora el Auditorio de Tenerife lleva el nombre de su inspirador, Adán Martín.
El edificio demuestra también que la cultura al nivel del Auditorio no solo es preciosa, sino que a menudo también costosa.
En los últimos años, el Cabildo aumentó anualmente el capital, con importes de aproximadamente de un cuarto de millón para cubrir los costes.
El edificio con plano de planta inspirado en un barco que ingresa al puerto, no forma parte de un nuevo barrio representativo de la capital.
Esa era la idea antes de su construcción.
No solo porque está aislado del centro de la ciudad por una calle ancha.
El lado opuesto, donde se levantan los dos rascacielos de las llamadas “torres”, hay gran terreno baldío, previsto como terreno de reserva para los futuros trenes.
Existen ya anteproyectos, paralizados por falta de fondos presupuestarios.
El puerto deportivo no va a estar al lado del Auditorio, sino enfrente de la Plaza de España para dinamizar el tradicional centro de Santa Cruz.
Proyectos urbanísticos y sus efectos indeseados
Grandes almacenes, “El Corte Inglés” o el centro comercial Meridiano, construidos en el solar de la antigua refinería, se quedan con el dinero de muchos clientes que ya no llegan hasta los alrededores de la Plaza de España.
Eso ha afectado mucho al comercio de esta zona.
La mala situación económica también es motivo por la reducción de actos celebrados en el Auditorio o en la plaza de Alisios al lado del mar.
Por eso el Ayuntamiento de Santa Cruz intenta traer más congresos a la capital tinerfeña también para subir la rentabilidad del Auditorio.
El edificio alberga dos salas de concierto de diferente tamaño, numerosas salas aptas para la formación, conferencias y exposiciones en el sótano que se puede alquilar.
El Auditorio es señal visual y tiene función cultural, pero es también símbolo del desarrollo y el estado de ánimo español durante la última década.
Desde este punto de vista, probablemente no sea recomendable celebrar el décimo aniversario del edificio representativo a lo grande. Y eso es una pena.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 – 2016)
