Hoy es el día del Triatlón de El Médano.
No obstante, a las nueve y media hay poca gente en la playa al lado del hotel céntrico El Médano
La plaza central del destino turístico sirve para las bicicletas, como de unos 250 participantes.
Muy lejos en el mar, lucen brillantes puntos
Son boyas que bailan sobre las olas.
Están colocadas como un triángulo alargado y los concursantes las deben circunnavegar dos veces.
Mientras espero el pistoletazo de salida, siento un malestar en mi vientre.
Llevo bañador y el gorro obligatorio como todos.
Muchos llevan también traje de neopreno que les da aspecto profesional.
La voz del organizador retumbó en los altavoces del escenario.
Una vez más explica el curso de la competencia.
Para mí, la situación tiene toque de a la tensa calma que precede a la tormenta.
O mejor: antes de partir hacia lo desconocido.
Nunca he participado en un triatlón.
Por culpa de los Juegos Olímpicos, celebrados a la misma hora en Londres – el Triatlón de El Médano consiste en las distancias olímpicas.
Mucho más largas que en años anteriores.
Pero no me di cuenta de eso hasta que ya había decidido participar.
Quizá debería mencionar que el ciclismo y la natación no son mis fuertes.
O más bien, que casi nunca he montado en bicicleta o nadado desde mis días escolares.
Me aburre correr fijado exclusivamente en llegar a un destino, da igual la distancia.
Durante muchos años, no fui capaz de de correr sin la banda sonara proveniente del Walkman o el reproductor MP3.
Un concurso con pruebas olímpicas
Sin embargo, entreno en un gimnasio y de vez en cuando participo en carreras de “Cross Popular”.
Como Juan Jesús, el dueño de la tienda de comestibles a la vuelta de la esquina, que también participa en competiciones de triatlón.
Dado que los dos hicimos tiempos similares en el Cross Popular, me llegó la idea de concursar en un triatlón.
Y El Médano era la única competencia que conocía.
¡Nadar una milla!
Qué reto increíble.
Pero luego recordé los exámenes de socorrismo por los que pasé hace muchos años que incluyeron 1000 metros de natación y 200 metros de natación con ropa.
Me puse una sudadera y unos vaqueros y salí a entrenar a las piscinas naturales de Bajamar.
Al principio logré pasar cuatro largos nadando.
Tras unas seis semanas fui capaz de pasar por un kilómetro y medio.
Vestido de sudadera y pantalones.
Vale, hoy en El Médano todo es un poco diferente.
Sobre todo porque Juan Jesús, que no está por una lesión.
Además, me comentó que el oleaje dificulta bastante la orientación en el agua.
Pertenezco al grupo “Veteranos II & III”, que sale diez minutos antes que los concursantes más jóvenes.
Formo parte de ese colectivo debido a a los dos últimos dígitos de mi año de nacimiento.
Tengo muchas dudas respecto a la veracidad de esos datos que salen en todos los documentos oficiales.
Y que dicen que la diferencia de las dos últimas cifras del año de nacimiento indicado en el DNI y los años de vida, derivados en 2012 difieren en solo cinco años y unos pocos meses.
En otras palabras: en esta vida no seré nunca la próxima gran joven esperanza en el campo deportivo.
Varias generaciones participan en el Triatlón de El Médano
Parece que los años avanzados no son obstáculo para un desempeño sobresaliente en el deporte de resistencia del triatlón.
El canoso, muy entrenado caballero a mi lado ganará la competencia de los veteranos.
Estuvo cerca de mí en la entrega de los dorsales diciendo: “Ahora, con 57 años, tengo que entrenar mucho más que cuando tenía 50”.
Pasó todo el recorrido en 2 horas y 32 minutos. En casi una hora menos que yo.
Tras el pistoletazo de salida, todos los “veteranos” corren al agua y empiezan a nadar.
Y lo único que veo de casi todas las personas mayores es la estela de espuma blanca que dejan las plantas de los pies sobre las olas verdes. En cambio, tengo que mirar a través de las olas a cada cincuenta metros para ver dónde estoy nadando.
Miro también a través de las lentes de las gafas de natación hacia abajo donde mecen algas.
Convenientemente, hay árbitros en botes de piragüismo a lo largo del recorrido.
Tienen la tarea de revisar que todos los participantes completen el curso de acuerdo con las reglas.
Y probablemente vigilen de cerca los gorros de baño de novatos como yo para prevenir su posible ahogamiento.
Al menos puedo preguntarles de vez en cuando si sigo el camino correcto.
El tiempo en el agua parece interminable. “¡Cuatro horas!”, me pasa por la cabeza.
¡¡Este es el máximo permitido para todas las etapas!!
¿Voy a alcanzarlo?
Llegar a la meta del Triatlón de El Médano
Otra vez me adelanta un grupo de deportistas nadando en filañ.
Ellos salieron diez minutos más tarde que yo.
¡Qué pasada! sus caras difunden el mismo aspecto como los soldados romanos de los tebeos de Astérix, cuando son golpeados por los galos.
¡Debajo de los gorros de baño blancos alineados salen bocas extremamente abiertas!
Muchos competidores del Triatlón de El Médano me pasan de esta manera y con mucha ligereza.
Tras haber corregido varias veces el rumbo, llego finalmente a la playa segura. Tras “solo” 43 minutos.
“Y aquí hay otro veterano” resuena en los altavoces mientras corro más o menos relajado a un ritmo pausado. ¡Hay que respirar un poco!
Los demás tienen mucha más prisa.
Intentan lograr valiosos puntos para la copa anual de la Asociación Canaria de Triatlón.
Para evitar las manipulaciones de toda manera, los deportistas debieron quitar todo lo que no pertenezca al equipo necesario de la zona de bicicletas y depositarlo en el contenedor de almacenamiento.
Como parece los organizadores del Triatlón de El Médano revisaron el cumplimento.
No tengo otra explicación para la desaparición de mis chicles.
Por eso debo soportar el sabor a agua salada en la boca durante mucho más tiempo. ¡Qué horrible!
Para mí, todo el concurso no es más que un auto-experimento.
Mi único objetivo es llegar a la meta. El resto a mi no me importa nada.
No obstante, las normas son como son.
Un conjunto de reglas precisamente definidas para competiciones de triatlón.
Qué establece que no está permitido correr con casco y que solo se puede montar en bicicleta tras haber cruzado una cierta línea fuera del área de estacionamiento de bicicleta.
Probablemente para prevenir de antemano posibles accidentes y colisiones.
Pensar en el próximo Triatlón de El Médano
Antes de la competición, se entregan los dorsales a los participantes para fijarlos con imperdibles en la camiseta.
Tiras adhesivas para colocarlos en cascos, bicicletas y mochilas.
También se reparten gorros de baño y un tubo de crema solar con alto factor de protección.
Cada participante lleva un chip a la altura del talón.
La tecnología moderna hace posible que todos los participantes vean su tiempo total y la ubicación intermedia en el tablón de anuncios.
Directamente tras haber cruzado la línea de meta.
Y no solo eso:
Los tiempos intermedios y las velocidades medias de cada disciplina están también detalladamente documentadas.
El ciclismo es la disciplina clave del triatlón.
Toda la energía que se desperdicia allí se pierde en la carrera final.
Dado que el cambio de pedales a zapatillas no es fácil, había preparado un esquema de entrenamiento que incluía unidades de ciclismo indoor de veinte o treinta minutos después de las sesiones de natación, seguidas de una carrera de diez kilómetros por los viñedos de Tegueste.
Por mi participación en el “Bestiatlón” de Tejina el año pasado, supe que era fundamental intensificar el ciclismo y, sobre todo, entrenar con material deportivo adecuado.
En Tejina, uno de los organizadores me prestó la bicicleta de montaña y el casco de su hermano pequeño.
Me desesperé mucho y cubrí la mayor parte de la etapa de bicicleta de unos cuatro kilómetros a pie.
Tuve problemas con las marchas y me pareció que no avancé en el sillín de ninguna manera.
Eso quise evitar en el Triatlón de El Médano.
La competencia es considerada una “competencia dura”. Eso vale principalmente por la etapa ciclista que va desde El Médano por Los Abrigos en dirección a Las Chafiras, que destaca por varias subidas.
Además, en la vuelta hacia la Montaña Roja, sopló fuerte viento en contra, cada vez con mayor intensidad.
No es de extrañar, ya que la ruta pasa por la zona de windsurf de Tenerife.
Empecé a entrenar en bicicleta tres semanas antes del concurso.
No obstante, me he visto obligado a interrumpir el entrenamiento debido a una molestia causada por un suceso desafortunado con una barra de peso.
La empresa DIGA Sports, propietaria también de la tienda de bicicletas Scott Bike World en Guaza me prestó la “Speedster 20” para el Triatlón de El Médano.
Durante las primeras prácticas pensé: “¡Guau! ¡Una bicicleta más ligera que un portátil!”
Hasta entonces, mi experiencia de bicicleta fue de otra manera.
Me estremecí al recordar el parcheo de los tubos que se volvían cada vez más voluminosas o la penosa faena de soltar tuercas rebeldes.
El entrenamiento de ciclismo te cuesta.
Mantener el equilibrio al frenar no fue tan sencillo al principio.
Tras unas diez unidades de entrenamiento, fue capaz cambiar las marchas con bastante fluidez, sobre todo en zonas con mucho viento.
Me di también cuenta que la bici avanza también en marchas bajas.
De verdad, a veces me sentí muy rápido.
Al menos hasta que otros ciclistas me pasaron con mucha más rapidez.
No fue diferente en el Triatlón de El Médano.
En comparación con el nado, en el sillín el tiempo pasa bastante rápido.
Después de una hora y cuarenta minutos se acabó.
El correr, por otro lado, me lo había imaginado más fácil.
Pero los cuarenta kilómetros en el sillín con muchas subidas y bajadas y fuerte viento en contra afectaron más a las piernas de lo que esperaba.
Tropezar tres veces con el recorrido entre la plaza central de El Médano y Playa Chica fue un gran esfuerzo.
Muchas personas enmarcaron la pista, para animarme con sus gritos, algo que más me inquietó que animó a seguir.
“Una vez más de regreso a la plaza y eso es todo”, dijo el hombre en el puesto de control cuando doblé los conos en Playa Chica por última vez.
Para luego tambalearme por los callejones hacia la meta, pasando los integrantes de la Protección Civil que ya desmantelaron las barreras que delimitaron la pista de correr.
Allí, nadie aparte de los responsables de medición y la entrega de las fichas se dio cuenta de mi llegada.
¿Volveré a participar el año que viene en el Triatlón de El Médano? Vamos a ver. A pesar de . . . Una vez a la semana en Bajamar nado unos largos con mi ropa, luego un poco de spinning seguido de una carrera por los viñedos. . . un entrenamiento de ciclismo algo más específico. . .
Y el límite de tres horas debería caer.
O al menos sería que mi nombre no salga tan rápido al leer la clasificación general.
Si lo lees al revés.
No, no fui el último, ni el penúltimo en llegar a la meta.
Pero relativamente fácil de localizar.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 -2016)