La tortuga Carolina recibe tratamiento médico

No hay dudas, las expectativas de Carolina respecto a su último viaje fueron un poco diferente. O mejor dicho: completamente diferentes.

No había proyectada una larga estancia en Tenerife en absoluto.

Pero de alguna manera las cosas no salieron según lo planeado.

Estaba nadando por el océano en busca de un lugar para descansar un poco.

Repentinamente descubrió a lo lejos la escarpada cumbre del Teide.

Carolina pensó enseguida: allí voy a encontrar un sitio apto.

Pero no llegó muy lejos.

 De repente sintió agudo dolor en la izquierda aleta trasera.

¡Y cuanto más quería moverse hacia adelante, más le dolía!

Carolina se quedó atrapada en el anzuelo de una red de pesca flotante.

Ahora la estúpida herida incluso empezó a sangrar.

Carolina ya había vivido mucho a lo largo de su larga vida y había pasado por muchos lugares de este mundo.

De hecho, ella siempre estaba de viaje, durante semanas o meses, nadando en el agua, todo el día con sencillez.

Pero algo estúpido como ahora: ¡Eso nunca le había pasado antes!

Ni siquiera en los días de su niñez.

Entonces, era mucho más pequeña, diminuta, y las gaviotas intentaban morderla.

Las ratas también la emboscaron.

Pero cuanto más grande se hacía, menos amenazas había.

Incluso orcas o tiburones realmente grandes tenían que estar malditamente hambrientos para verla como una presa que valía la pena.

Porque incluso a estos gigantes marinos les costó mucho esfuerzo romper la sólida armadura de un metro, de largo formado como corazón, que protege el cuerpo de Carolina.

En cualquier caso, la ancha boca de su enorme cabeza sale solamente de la casi indestructible capa protectora cuando Carolina quiere comer.

Por eso Carolina siempre pensaba llegar hasta los cien años de vida – o más – con facilidad.

Como sus amigos, que también habían sobrevivido los peligrosos años de juventud.

A Carolina le gusta mucho paladar mariscos

Carolina es, una “tortuga boba” adulta o “tortuga caguama” y pesa casi cien kilos.

Sin embargo, ella es un verdadero peso ligero.

Los ejemplares grandes de su especie pesan unos buenos cincuenta kilos más.

Hay que comer mucho para conseguir ese peso.

Pequeños peces, crustáceos y medusas encabezan la dieta de Carolina.

Carolina los agarra con las dos garras fuertes en las que acaban sus cuatro aletas.

Lamentablemente muchas tortugas confunden las bolsas de plástico, flotando en el mar, con medusas.

A menudo mueren por eso.

Hélices que repentinamente empiezan a girar y la contaminación de los mares también afectan gravemente a las tortugas.

Al menos, lo del anzuelo terminó bien para Carolina.

Pescadores la trajeron al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Tahonilla en La Laguna, en el que capacitados veterinarios cuidan los animales para que se recuperen y vuelvan a ser puestos en libertad.

(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011 -2016)