El deseo de disfrazarse, la alegría de meterse en otra piel es esencia de todos los carnavales. Incluso hay un concurso de disfraces.
Eso no es de sorprender. A veces, el disfraz, elegido para el periodo carnavalero se convierte en un alter ego y marca personal para toda la vida.
Hace más de medio siglo, el elegante doble de Charlie Chaplin, ahora un hombre vivaz de ochenta años, forma parte del Carnaval chicharrero, el “Fidel Castro” tinerfeño varias décadas.
“Harpo Marx” participa a lo largo de unos veinte años y también el Capitán Jack Sparrow – en la película interpretado por Johnny Depp – desenvaina su espada en los cosos santacruceros desde hace muchos años.
Desde hace unas tres décadas la “Lechera”, antigua vendedora de leche ambulante, lleva su cesta por el Carnaval.
El caballero detrás del personaje, tiene mucho que ver con alimentos por su trabajo en el Hotel Mencey, no obstante, nadie le vincularía con su disfraz carnavalero.
La base de disfraces, llamativas y reconocibles y con larga duración requiere una buena idea realizada con destreza manual y presentada en el momento adecuado.
A menudo, es suficiente inspirarse en algo que todo el mundo conoce, manipularlo para adaptarlo tanto a sí mismo como a la ocasión respectiva.
Eso no vale sólo para la “Lechera”, sino también para la galardonada pareja guanche y sus caseros modelos de cabras.
Ellos se aprovechan del disfraz como medio de publicidad.
Ambos viven cerca del parque Etnológico de Pinolere donde ganan su pan como artesanos, elaborando títeres aborígenes tinerfeños y su ganado.
El concurso de disfraces consiste de varias categorías
En el Carnaval de Santa Cruz, se apremia los mejores disfraces para fortalecer la ilusión y diversión de disfrazarse.
El concurso de disfraces tiene lugar el domingo por la tarde, una hora muy amigable para los niños.
No puede ser de otra manera, dado que gran parte del programa se dedica a las competiciones de los “peques”.
Claro que sí, debido a fecha y hora, no hay tanta gente en el enorme espacio del “Recinto Ferial”, no obstante eso no importa a los carnavaleros.
Todo el mundo se divierte mucho y está muy comprometido con la causa.
La a gama de eliminatorias es muy amplia, divididas según género edad y número de participantes.
Hay categorías de niños, jóvenes y adultos, de individuales y grupos, de hombres, mujeres y grupos mixtos.
Los más jóvenes son los primeros en salir a las tablas.
El año pasado, el tema del Carnaval chicharreo era la época hippie, una época muy pintoresca y, por eso, muy apto para tener ideas e inspirase.
En caso de dudas, fue posible animar al abuelo o la abuela a rebuscar en su memoria o preguntar a los padres respecto a sus experiencias en festivales, organizados para revivir el espíritu hippie.
Luego pequeña lluvia de ideas y ya está la inspiración: la idea para el disfraz de los más jóvenes.
Rebaños de de niños de unos diez años con pelucas afro, plataformas y barbas pegadas se agolparon en el escenario.
Por supuesto, hace treinta años, ellos hubieran sido las grandes estrellas en vez de Kiss, Sweet, Slade o the Rubettes.
Revivir el Verano de Amor en el escenario del Recinto Ferial
El Verano de Amor y la época Woodstock revivieron por unos instantes en el escenario, resucitados hippies en miniatura, vestidos de túnicas de colores brillantes, que incluso en esa emblemática época caracterizaron los payasos del circo que los protagonistas Flower Power.
Para las eliminaciones individuales de este segmento, libros de cuentos y hadas sirvieron probablemente como fuente de inspiración.
Mariposas zumbaban, los gnomos enanos tropezaban por el gigantesco escenario.
Como parece, muchos de los más pequeños aspirantes del concurso de disfraces, a menudo, no tenían la mínima idea de lo que se trató y por qué deambularon en prendas muy raras delante del inmenso decorado, probablemente para inhalar el espíritu del carnaval incluso desde de su edad de pañales.
Muy parecido a los grandes tenistas que se entusiasman por lo “mental” en general y el tenis en particular.
Por supuesto, mamá, abuela, maestra de infantil o primaria apoyaron a los aspirantitos para sacar el máximo partido a su presentación.
No obstante, incluso los más pequeños analizaron con los ojos muy abiertos cómo sus competidores tropezaron un poco incómodos, mientras las madres les animaron y los padres sacaron instantáneas con el teleobjetivo o el teléfono móvil.
Las actuaciones de los adolescentes, predominó el protagonismo.
Por eso, las representaciones difundieron toque de patio del colegio.
Mientras los chicos apostaron por la provocación de los raperos, las jóvenes chicas prefirieron mostrar su faceta de Pin Up Girl.
Hellboy, el “Carrusel”, el caballero Jedi y el “Guiri guagua”
A cambio, la mayoría de los adultos, por otro lado, usó el disfraz para encarnar a un papel muy diferente a sí mismo.
En el concurso de disfraces, los señores apostaron por variaciones tanto del “superhéroe” como del “bromista”.
Payasos con vestidos a rayas y cabezudos en canario, bailaron frente a las inclinadas torres de iglesias capitalinas del decorado.
Un ratón gigante proyectó buen humor.
Hell Boy con puro en la mano y acompañado de un esqueleto imitó hábilmente las poses, del protagonista de la película Hollywood.
En diferencia a muchos otros aspirantes, el dios del mar, “Neptuno” no ocultó su rostro con antifaz.
Llevando chicharros como guarnición de hombros, intentó atraer los ojos del público con imperiosas y divinas poses.
En eso se pareció mucho al caballero, más estrella cinematográfica que luchador, que, armado con escudo y espada, pavoneó el largo escenario de arriba a abajo.
Tras tantas poses y posturas marciales, no fue de extrañar que el “Guirri guagua”, el bus turístico de la capital, salió como ganador del concurso.
No solo fue la idea más original, el aspirante también pudo brillar con respuestas divertidas en la entrevista espontánea, eso no logró el “Carrusel” tampoco pudo seguir el ritmo.
Por otro lado, el mundo femenino se esforzó por sondear las facetas de la feminidad. Algo que se plasmó en guapitas hippies e histéricas parodias de duquesas y doncellas de la corte de otras épocas.
En el concurso de disfraces hay que disfrutar la salida a las tablas
Los años avanzados tampoco frenan la locura.
Eso comprobó la eliminatoria grupal, en las que parejas envejecidas se pavoneaban como tortas y pasteles.
Otros viejos y viejas salieron con extremamente llamativos vestidos de arreglos florales, probablemente para visualizar el lema Flower Power del carnaval..
No obstante, el resultado de su costura tuvo más que ver con los sueños de un niño de tres años tras haber tragado una pastilla de LSD.
Por qué no. Como todo el mundo sabe, en la época carnavalera todo está permitido y la vergüenza no existe.
O importante es mantenerse firme, porque lo más importante que el disfraz más hermoso y original son la actitud y la presencia.
Esto fue evidente en el concurso de disfraces del año pasado.
¿De qué sirve el mejor y más minuciosamente elaborado disfraz de Jedi si el caballero tropieza por el escenario con pasos rápidos y parece mentalmente ausente?
En lugar de proyectar poder y gloria mediante por movimientos y desplazamientos espaciosos y soberanos que visualizan las cualidades requeridas para ser capaz de poner fin al lado oscuro y todos los “Darth Vader” posibles.
(La versión alemana publicada en Megawelle, 2011-2016)