En breve arrana el desfile de la Romería de Tegueste.
Las velas se ya han izado.
El timonel y los tripulantes están listos para zarpar.
No obstante, el mar por el que el velero va a pasar no destaca por sus mareas ni por sus olas gigantescas, sino está compuesto de innumerables cabezas.
El Tegueste, el Pedro Álvarez y el San Luís no son barcos, sino que carretas en las que se han montado una arboladura.
Las naves de ruedas son símbolos que conmemoran a los piratas y a los corsarios que atacaron
muchas veces la isla de Tenerife a lo largo de los siglos.
Los tres veleros emblemáticos están presentes en casi todas las fiestas del municipio de Tegueste y también forman la vanguardia del desfile en la romería anual en honor a San Marcos.
Delante de estas carretas se encuentra solamente un pastor con sus perros que guardan un gran rebaño de cabras.
Todo el mundo espera con impaciencia el pistoletazo de salida.
El Baile de Flores tiene su origen en Tegueste
El desfile de la Romería de Tegueste suele arrancar tradicionalmente alrededor de la una de la tarde.
Tras la celebración de la misa en la iglesia de enfrente del ayuntamiento, el cura y los acólitos bajan con la imagen del patrón por el breve tramo de la calle El Casino hasta la calle El Carmen.
Ese largo trasversal desemboca en la parte baja de la glorieta en la carretera general que enlaza el pueblo teguestero con el casco de La Laguna y los balnearios de Bajamar y Punta del Hidalgo.
Hace unos años, se instaló un gran y ovalado burladero, adornado de césped y palmeras, para vincular las dos partes del municipio, amenazado de ser cortado por un artería vial por la que pasan muchísimos coches todos los días.
Se puso también un monumento de bronce que homenajea el Baile de Flores, que tiene su origen en Tegueste.
Debido a esta vinculación histórica, el conocido grupo del Baile de Flores de El Hierro participa tanto en la romería como en otras fiestas de Tegueste.
Cuando el Santo llega a la plaza arranca la Romería de Tegueste
Cuando el cura, sus acompañantes y el Santo llegan a la pequeña plaza, que tiene un quiosco enfrente del Teatro Felipe, se ponen a la cabeza del desfile.
Luego toda la romería se pone en marcha.
A Alejo y a su grupo, no les importa probablemente mucho lo que pasa en los alrededores del Teatro Felipe.
Su carreta está al final de la calle La Audiencia, a unos novecientos metros del quiosco, una distancia muy similar al recorrido completo de la romería.
Por eso, van a llegar a la zona del teatro cuando el Santo ya habrá vuelto a la plaza de iglesia.
El vehículo de Alejo se diferencia mucho de los otros.
Es muy pequeño y carece de los grandes cuadros con motivos de la vida rural tradicional, confeccionados de semillas.
Esos cuadros adornan muchos laterales y que son uno de los rasgos típicos de la Romería de Tegueste.
En ese momento, Alejo charla con Pepe, el carretero que va a conducir la carreta por el desfile.
En el estrechísimo interior, se han estibado también tanto los sacos de frutos secos, así como las bebidas y los vasos de cartón que se van a repartir entre los romeros durante el desfile.
Aquí también están sentados los niños que anhelan la salida, mientras los grandes bueyes, atados al carro por el pértigo, miran muy aburridos su entorno.
Repentinamente, la parranda folclórica, que se encuentra un poco más abajo, empieza a cantar y el gran cajón, montado en el carro anterior parece moverse lentamente hacia adelante.
Todo el mundo está vestido con la indumentaria típica
El mencionado gran cajón también es una de las típicas estructuras de las carretas de la Romería de Tegueste, inspiradas en la agricultura de entonces.
Ahora, Pepe se pone delante de la yunta y, luego nuestro carro también empieza a moverse.
La perspectiva elevada desde la plataforma de la carreta no tiene mucho en común con la percepción del público en las aceras y en la calzada.
Desde la carreta, se puede ver como la gente se amontona en los techos y en los balcones para pode ver, a las más que dos docenas de carretas tiradas por yuntas, a las parrandas y a los romeos particulares que llevan animales, y a todos los que pasan por la calle, a sus pies.
La posición en la carreta ofrece vistas hasta las últimas filas de espectadores, que se meten en el espacio estrecho que hay entre el carril por el que pasa el desfile y las paredes de las casas.
En el montón, a veces, incluso se ven rostros conocidos, como Sus, quien lleva la tienda de alimentos de nuestro barrio.
Por supuesto, todo el mundo está vestido con la indumentaria típica, necesaria para integrarse en el espectáculo tradicional.
No obstante, mucha gente ha alquilado las prendas solamente para este acto.
Junto a los denominados trajes típicos, que destacan por los colores rojo y negro, se puede también ver mucha indumentaria tradicional.
Es un vestuario mucho menos llamativo que tiene su origen en la historia del pueblo en el que vienen las personas que lo llevan.
Eso puede ser Tegueste o cualquier otro sitio de las Islas Canarias, porque las grandes romerías también son puntos de encuentro donde vienen participantes de todas regiones del archipiélago.
Unas 50.000 personas participan en la Romería de Tegueste
En Tegueste, cada año se reúnen unas 50.000 personas para celebrar el prólogo de la temporada
de las grandes romerías de Tenerife.
En los últimos años, el Ayuntamiento ha prohibido las barbacoas en los aparcamientos y la música tecno en los quioscos de la feria para conservar el carácter tradicional del acto folclórico.
Por el gran número de aficionados no sorprende que a cada paso, este hervidero que rodea la carreta de Alejo, parezca más denso.
Cuando nos acercamos a la zona del Teatro Felipe, las primeras personas se acercan a la carreta para pedir regalos.
Al contrario de otras carretas no llevamos una barbacoa, necesaria para repartir carne.
Pero hay suficientes personas que también anhelan los frutos secos envasados en bolsitas de plástico muy pequeñas y, por supuesto, el vino.
No obstante, no es sencillo llenar los líquidos en los vasos, por el tambaleo de la carreta, causado por el movimiento de las grandes ruedas
Cuando llegamos a la estrecha subida por la calle Nueva, que normalmente es una vía de sentido único hacia abajo, la carreta vuelve a parar y arrancar para avanzar unos centímetros, mientras un mar de manos extendidas sube y pide frutos secos.
Los niños no tardan en repartir los regalos, no obstante, es imposible atender cada pedido.
Luego giramos a la calle Prebendando Pacheco, la zona peatonal, la comercial del pueblo, que lleva el nombre del cura que, hace dos siglos, escribió una crónica del pueblo.
La carreta ofrece vistas excelentes al denso mar de cabezas
Aquí la Protección Civil ha colocado vallas amarillas para garantizar el paso de las carretas.
Detrás de las barreras, los turistas están apretados en varias filas para poder ver el desfile.
Muchos de ellos llevan camisetas y pantalones cortos.
En sus cabezas algunos tienen sombreros, disponibles en los varios puestos comerciales en los alrededores del recorrido, para protegerse del sol, que normalmente brilla durante el acto.
En el día de la Romería de Tegueste, maravillosamente, es posible, que por la mañana el cielo esté muy cubierto, incluso con calabobos.
No obstante, cuando la imagen de San Marcos pasa por las puertas de la iglesia, salen los primeros rayos del sol y un poco más tarde el firmamento luce en pleno azul.
Ahora, desde la carreta, tenemos vistas excelentes al denso mar de cabezas, delante y detrás de nosotros, que marca el tramo más espectacular del desfile.
Los romeros, los músicos, el público, todo el mundo festeja, canta, baila.
A veces, un espectador salta por las vallas para saludar el desfile, con un vaso de vino en la mano.
El ritmo del desplazamiento en este momento es muy lento.
La yunta vuelve a arrancar, pasa por un tramo.
Luego para otra vez.
El atasco está provocado por la situación en la plaza de San Marcos, donde, a la altura de la Casa Consistorial, las carretas tienen que girar a la derecha para llegar a la calle del Pino.
El alcalde y el presidente del Cabildo saludan a los romeros
La plaza es el escenario principal de todas las fiestas.
Aquí tendrá lugar el baile que se celebra tras el desfile.
En el escenario, montado delante de la entrada del ayuntamiento, se ya ven los instrumentos y los altavoces de la banda musical.
En frente, en la entrada a la plaza de la iglesia se encuentra la imagen del santo.
A su pie, el alcalde y el presidente del Cabildo, también vestidos con la indumentaria canaria, y el cura saludan a los romeros, que se tienen que meter por una muchedumbre que ha llegado, sobre todo, por las calles más arriba.
Aquí, los miembros de Protección Civil tienen que abrir un camino para las carretas.
La calle del Pino también está llena de personas, en su mayoría romeros que ya charlan con amigos y conocidos.
En la calzada como en la carreta, la atmósfera ya es mucho más relajada, todos saben que están en la recta final de su aventura.
Nuestras reservas ya están agotadas, mientras la tripulación del carro que pasa por delante, sigue repartiendo trozos de carne asada.
Por eso los niños solamente miran a su alrededor y disfrutan del viaje.
La Romería de Tegueste acaba en la placeta Melían Diáz
Un poco más tarde, llegamos a la placeta Melían Díaz, donde se encuentra una pequeña ermita, que otros días sirve como parada en las rutas teatralizadas por el pueblo.
Cuando doblamos a la izquierda, vamos hacia el barranco de las Aguas y hacia una agrupación de casas viejas.
Hace unos siglos, esos edificios formaron el primer núcleo de Tegueste, antes del desplazamiento de la Administración unos cientos metros más abajo a la zona de San Marcos.
Pero antes de llegar por allí, la yunta, una vez más, gira a la izquierda para entrar en la calle La Audiencia.
En un patio de una de las casas colindantes se estaciona la carreta, muy cerca del punto de donde, hace unas horas, el grupo se reunió para salir en la romería en Honor de San Marcos.
(Publicado en Megawelle, 2011 – 2016)