El mar es otro mundo. Por eso, es recomendable que personas normales estén acompañadas de guías expertos como los buceadores de la empresa Océano Sostenible durante sus excursiones submarinas
Claro que si, la isla de Tenerife es una isla está ubicada lejos de los continentes, rodeada de las aguas, inmensas y extensas, del océano Atlántico.
Debido a esta situación, el mundo submarino parece muy cercano.
No obstante, para la mayoría de la gente la vida debajo de la superficie del mar está más lejos que los fenómenos celestiales del firmamento, que parecen más o menos familiares.
Desde el primer aterrizaje en la Luna, los científicos y los medios de comunicación han difundidos innumerables imágenes tanto de los planetas dentro de nuestro sistema solar como de objetos solares de galaxias ubicadas a distancia de billones de años luz, mientras que la humanidad casi no sabe nada de los mares y de su biodiversidad hasta el día de hoy.
Y eso no solo vale por los fondos más profundos de los mares, hábitat de seres tan fantásticos como los calamares gigantes que habrían devorados veleros enteros, según las leyendas de la antigüedad, sino también para los espacios al alcance de la costa.
Para la mayoría de los hombres, tanto vecinos como turistas, el contacto con el mar se limita a disfrutar de estancias en las playas, ya sean de arena negra rodeadas de rocas en pequeñas caletas o diseñadas como paisajes balnearios, bien mantenidas diariamente, en los centros turísticos.
Hay que proteger el espacio submarino de los mares
Desde la antigüedad los mares daban de comer al hombre y servían como vía de transporte de la mercancía y de los viajeros.
El crecimiento de la población en el planeta ha afectado mucho a los océanos y sigue haciéndolo.
Amenazas como la contaminación, la explotación excesiva de los recursos y otras terribles informaciones, forman periódicamente parte de las noticias.
Es más, cada intervención del hombre en el medio ambiente pone en peligro el equilibrio del ecosistema correspondiente.
Las aguas de las islas Canarias, por ejemplo, están castigadas por la sobrepoblación del erizo de lima tropical.
Estos bichos, muy hambrientos, devoraron todas las algas en el fondo del mar y convierten muchas rocas submarinas en desiertos pedregosos, cubiertos de capa calcárea, con la consecuencia de que la biodiversidad de los peces se reduce considerablemente.
La probable causa del vertiginoso crecimiento de los erizos de lima tal vez sea la falta de peces depredadores debido al abuso de la pesca.
Para recuperar el ecosistema y controlar la población de este animalito tan espinoso es imprescindible empezar un proceso de uso sostenible del mar.
Antes de tomar medidas a la escala grande para garantizar una sostenibilidad de la zona costera, hay que comprobar la eficacia de las medidas llevadas a cabo por experimentos de larga duración en zonas limitadas.
Uno de estos proyectos es Océano Sostenible, una reserva submarina ubicada en una caleta del municipio de Adeje.
Océano Sostenible informa sobre el mar y su biodiversidad
Allí se eliminó a los erizos de lima sobrantes y ahora se observa la evolución de la flora y fauna submarina.
Otro reto es identificar los factores adicionales que afecten al ecosistema y registrar el grado de su impacto.
En Canarias, las costas sirven para una amplia gama de actividades, económicas en su mayoría, que tienen una repercusión en el mundo marino y submarino, como la acuicultura, actividades de ocio como la pesca no profesional, el buceo o excursiones en barcos, entre otras causas.
Junto del trabajo científico, la reserva marina de Océano Sostenible en Adeje sirve para informar a visitantes e interesados de primera mano y de forma lúdica sobre el mar y su biodiversidad.
La protección de los océanos no empieza a nivel mundial, sino en el compartimiento individual, dado que una bolsa de plástico involuntariamente desechada en el agua puede poner en peligro la vida de una tortuga.
La empresa tinerfeña Fly Over, que pertenece al proyecto Océano Sostenible, organiza rutas guiadas en submarino incluso para gente sin conocimientos y experiencia de buceo.
Punto de la salida es el pontón dos en Puerto Colón, el puerto deportivo más prestigioso del centro turístico de Adeje, donde está amarrado el barco.
A la llegada de los participantes, ya el barco está preparado, un gran número de chalecos de buceo y botellas de oxígeno puestos en la popa.
Ponerse el chaleco, la botella de oxígeno y las aletas
El grupo consiste de tres ingleses y tres alemanes, por eso el idioma de comunicación es inglés.
Guillermo da una vista general y explica el curso de las excursiones debajo del agua.
Por cierto, todos los participantes bucearán acompañados por los monitores, no obstante, hay algunos requisitos a tener en consideración.
Luego se arranca el motor y el barco zarpa del puerto con rumbo de la caleta elegida.
Mientras el barco pasa rápidamente por los vaivenes, David examina los equipos de inmersión una y otra vez y reparte los trajes de buzo.
Desde lejos, “saludan” las playas, el campo de golf y los hoteles de cinco estrellas de la Costa Adeje.
Se puede reconocer la versión sureña de la torre de la iglesia santacrucera de La Concepción en el Bahía del Duque, un complejo hotelero inspirado en partes de Disneylandia.
Cuando la lancha llega a la caleta, una pequeña bahía limitada con una playa y acantilados arenosos, el grupo se pone los trajes de buzo.
Los participantes del primer turno se sientan en una estrecha plataforma en la popa de la lancha.
David y Guillermo ayudan a ponerse el chaleco y la botella de oxígeno, luego les dan las aletas.
“La primera impresión marca”, David dijo anteriormente, por eso supervisa cuidadosamente todos los pasos de los debutantes antes de empezar la excursión submarina.
Océano Sostenible prepara a los excursionistas para la inmersión
El objetivo es dar a los participantes una idea de la vida en los mares, no introducirles en la técnica del buceo.
No obstante, para personas como yo, que en absoluto soy un hombre rana, las cosas nuevas y menos habituales son suficientes.
“Tienes que ponerte el traje otra vez”, dice David, cuando el turno me toca a mí, “la cremallera está en la trasera.”
Además, tengo que ponerme un cinturón de plomo para ser capaz de sumergirme.
Con las gafas puestas y el regulador de la botella de oxígeno en la boca, me dejo caer al agua.
Por el cristal de las gafas miro hacia abajo. Todo lo que veo es un azul inmenso.
Después de un momento de aclimatación, siento la mano de David en mi trasera que suavemente me empuja hacia abajo.
Durante la bajada tengo que respirar profundamente por la nariz para librar los tímpanos de la presión causada por la consistencia del agua, mucho más densa que el aire sobre la tierra.
A intervalos regulares veo señales en la mano del monitor ante mis ojos para preguntar si todo está bien.
Nadamos de forma más o menos horizontal, las formaciones de los bloques de piedras en el fondo parecen más grandes que en la tierra, donde todo el mundo está de pie de forma vertical.
Debajo del agua es esencial moverse de forma armoniosa y completamente equilibrada, avanzar con golpes lentos, pero regulares, de las aletas por el mundo submarino.
Muchas veces, David me avisa para nadar con más tranquilidad.
Los gestos básicos, pero suficientes, para la comunicación submarina, nos los enseñaron David y Guillermo reiteradamente a bordo de antemano.
Tras un rato, desde el inmenso espacio azul aparecen repentinamente cables que terminan en gigantescas anclas que probablemente fijen las boyas a nivel del mar.
Bajo el agua hay tortugas y curiosos peces
En el fondo, cruzan una gran variedad de peces entre los roques.
Pequeños seres, propulsados por su fuerte aleta caudal y denominados gallos verdes, de tamaño de una mano humana y cuerpo trapecial.
Luego David me avisa de que un poco más arriba se encuentra un grupo de peces muy estirados que parecen flechas, que nadan en vez de volar.
Muy curiosos son las gallinitas (Canthigaster capistrata), unos peces muy pequeños con una amplia raya negra en su parte superior, donde están sus ojos y narices aplastados, muy semejantes a las caras de boxeadores castigados por demasiadas peleas.
Un poco más tarde, tengo la suerte de ver una tortuga que pasa desplazándose por la fuerza de sus gruesas piernas.
No sé si avanzo debido al movimiento de las aletas o porque David me empuja suavemente hacia adelante, que es lo más probable.
Por lo menos, él sabe dónde nos encontramos.
Yo he perdido el sentido de la orientación desde el inicio, en este mundo extraño donde no hay carteles ni luces que señalen el camino y donde, además, es posible moverse también hacia arriba y hacia abajo.
Tras unos 25 minutos, de regreso a la borda me muestran la zona por la que pasé debajo del agua.
Me desplacé a una distancia de unos doscientos metros y nunca estuve a más de veinte metros de la costa.
Y de repente, ese entorno submarino que parecía tan inmenso y gigantesco hace un momento, cuando estuve debajo del agua, desde el borde de la lancha se reduce a una superficie muy plana, sobre todo de longitud, y de anchura muy estrecha.
Más informaciones:
Océano Sostenible
www.oceanosostenible.org
david@oceanosostenible.org
(+34) 667 30 86 76 (David Novillo)