Esta noche de marzo, en la Laguna hace mucho frío. Pero la baja temperatura no importa a las dos docenas de hombres que ensayan para el Domingo de Pascua.
Los costaleros mueven un gran y pesado cajón que está montado en una estructura metálica, provista con una pata en cada esquina para ponerlo en el suelo.
Para desplazarse, el grupo tiene que levantar la carga antes de arrancar.
Los portadores están vestidos de jersey y suéter, algunos se han puestos pañuelos en la cabeza, otros llevan capuchones para protegerse del frío.
El logotipo en la espalda de algunas personas desvela que pertenecen a una cofradía que ensaya su desfile para Semana Santa.
En este caso es Venerable Hermandad del Santísimo Rosario, Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo.
Resucitado que tiene su sede en el edificio colindante a la iglesia del exconvento de Santo Domingo.
El Domingo de Pascua, la Semana Santa culmina con la procesión de la imagen del Santísimo Cristo Resucitado.
Pero hasta el gran día falta mucho.
Por la noche los portadores practican para el Domingo de Pascua
Este martes, ni siquiera han empezado los primeros preparativos para la fiesta más importante de la Iglesia católica y por eso la figura más grande, que es la de Jesús, no adorna el trono.
Otras señales también indican que la actuación de esta tarde no es más que un ensayo.
Hay altavoces en los laterales de la estructura metálica donde suenan sonidos de música religiosa que da el compás para el desfile, en vez de la banda musical que acompaña a la imagen el Domingo de Pascua.
Un farol con señales está encima del cajón tiene y luce cuando el grupo entra en la vía pública.
Hace unos años, la Policía Local multó a la cofradía porque le faltaba este requisito.
Manejar un trono de Semana Santa no es un juego de niños.
Se precisan hombres muy fuertes para desplazar una carga de 1,3 toneladas que pesa la imagen completamente equipada.
Además, se requiere mucha concentración porque todo el grupo tiene que ir siempre al mismo compás.
Todos los tripulantes tienen que arrancan y parar al mismo tiempo.
Se necesita mucha práctica para lograr la sintonía adecuada y convertirla en una rutina.
Eso es esencial, porque la procesión tarda muchas horas.
Además, el grupo tiene que estar preparado para superar cualquier traba u obstáculo.
Las grandes y amplias puertas de las iglesias, por ejemplo, parecen repentinamente muy estrechas cuando un trono intenta pasarlas.
La cofradía pasa varias veces por el callejón al lado de Correos
El maestro de ceremonia tiene que dar señales muy exactas para garantizar el traspaso sin complicaciones.
El mínimo enganche de un lateral de la imagen provoca inseguridad en todo el conjunto.
Durante el ensayo se ha recubierto el zócalo de la estatua con capas de plástico para proteger la madera y los preciosos adornos metálicos.
Subidas y bajadas son otro reto, porque hay que mantener en equilibrio la pesada carga incluso en un terreno muy inclinado.
Para ensayar la marcha todo derecho, la cofradía pasa varias veces por el callejón entre la sede central de Correos y el muro de la iglesia.
Al final el grupo da la vuelta para volver. Eso no es sencillo.
Un conjunto, compuesto de más que veinte personas que llevan un gran cajón sobre sus cabezas, tiene que pasar por un semicírculo para cambiar el sentido.
Su radio de giro se parece a un furgón.
El ensayo culmina con la tarea de desviar un repentino obstáculo.
El maestro de ceremonias dirige al grupo frente a un banco en la plaza delante de la entrada principal de la oficina de Correos para obligarlo a cambiar el sentido en un espacio extremamente estrecho.
En ese momento, el ejercicio no tiene aires de un desfile religioso, el maestro de ceremonia parece más un domador que dirige a un gigantesco elefante.
Para la hermandad el Domingo de Pascua empieza muy temprano
Durante las próximas semanas, todas las hermandades y cofradías limpian, arreglan y adornan sus imágenes para garantizar el máximo brillo de los tronos en las procesiones.
A lo largo de la Semana Santa, entre los desfiles, las imágenes están estacionadas junto a los altares de las iglesias correspondientes.
Normalmente, las cofradías se reúnen en la iglesia antes de salir.
A menudo, se celebra una misa antes del desfile.
En el caso del Cristo Resucitado el curso es diferente.
Aparte de su participación en la gran procesión de la tarde, sale muy temprano por la mañana en un desfile anterior.
Antes de la salida del sol, todos los componentes llegan al punto de encuentro delante de la sede de la hermandad enfrente al gran aparcamiento de la entrada al casco histórico de La Laguna, en las cercanías de la plaza del Adelantado.
Los componentes de la banda musical son los primeros en llegar.
Unos están sentados en el muro de un bancal y soplan sus instrumentos de viento, mientras otros charlan y bromean con los acólitos, recientemente llegados y ya revestidos con la vestidura eclesiástica.
Algunos de los costaleros, quienes ahora llevan prendas negras que incluyen una camiseta con el blanco logotipo de la hermandad, aprovechan el momento para ponerse en la cabeza el pañuelo blanco que también forma parte de su uniforme.
Tras un rato, llega el responsable de la llave y abre la puerta de la iglesia de Santo Domingo, donde todo el mundo se desplaza.
Se desmonta la barandilla, luego la imagen baja por una rampa
En el interior de la iglesia, todos los componentes se reúnen con su grupo para preparar su parte en el desfile.
Los acólitos y el resto de los miembros de la escolta, ya equipados con las palmatorias y las luces, fijan el curso de su actuación.
Hay también que preparar la salida del trono que se encuentra al lado del altar.
Ahora, la imagen presenta todo su brillo y esplendor.
Por supuesto, el Cristo que se dirige hacia delante con la mano derecha levantada, ya está montado.
La imagen está rodeada de un mar de flores e innumerables candelabros con velas que también hay que encender antes de la procesión.
En su parte inferior, las telas purpurinas cubren el espacio de los costaleros.
Dos ayudantes desmontan la barandilla que separa la zona del altar y ponen una rampa para garantizar que la imagen pase suavemente del lugar elevado en la zona del altar al suelo más bajo de la nave de la iglesia.
Entretanto, los costaleros se reúnen detrás del altar para rezar.
Luego se ponen en sus puestos: uno tras otro van por un hueco entre las telas purpurinas para llegar a la fila correspondiente, mientras los acompañantes confirman que funciona la comunicación con los integrantes en los laterales, a través del hueco transparente en la tela purpurina.
Ahora toca cumplir el primer reto. Tras una señal, todos los costaleros levantan la imagen para seguir, atentamente y muy lento, las ordenes de sus dirigentes para pasar el estrechísimo camino entre el altar y el borde de la barandilla restante.
El Domingo de Pascua la cofradía sale dos veces en procesión
Delante del altar, dan un giro de noventa grados en un espacio estrechísimo para ponerse en la posición adecuada enfrente de la rampa.
Paulatinamente, pasito a pasito, el trono baja de la zona del altar al espacio donde se encuentran los bancos, una acción que el cura observa atentamente.
Allí, en el pasillo entre los bancos, espera la escolta que ya se ha colocado en formación.
De paso solemne, toda la procesión marcha hacia las puertas de la iglesia, la próxima traba del trono en el camino al casco de La Laguna.
Muy lento, pero con fluidez, las telas purpurinas pasan por los marcos de la puerta, de la misma forma que el grupo lo ensayó hace algunas semanas.
Queda solamente la subida por las losas de hormigón para llegar hacia la zona peatonal del casco histórico.
Pero este no es el final, es solamente el prólogo.
Por la tarde se tiene que repetir este proceso antes de la gran procesión del Domingo de Pascua, el gran acto en el que culmina la Semana Santa
(Publicado en Megawelle, 2001-2016)