En los viejos cuentos, una selva como el Bosque de los Tilos, oscura y misteriosa, a menudo juega un papel importante.
No es el protagonista principal, pero es un elemento imprescindible para subir la tensión de la historia.
En las sombras de las extensas coronas de impresionantes árboles con gruesos troncos el hambriento lobo acecha a la Caperucita Roja y la maliciosa bruja seduce a Hansel y Gretel a seguirla a su casa para poder encerrar a los hermanitos en una jaula.
El Bosque de los Tilos en el municipio de San Andrés y Sauces habría podido ser una perfecta inspiración para los Hermanos Grimm.
La laurisilva palmera es un ecosistema de la época terciaria
El sendero más popular por la selva, que comienza con un estrecho y oscuro túnel de unos trescientos metros, no defrauda nunca.
No obstante, en la actualidad, la tarea de la selva es desvelar sus secretos a sus visitantes.
En la salida se encuentra el Centro de Interpretación de la Biosfera, donde se ofrece información detallada sobre uno de los bosques de laurisilva más importantes del archipiélago canario.
La primera etapa del sendero que llega hasta a los nacientes Marcos y Cordero, ubicados en las zonas altas de las montañas de La Palma, a unos doce kilómetros, invita a toda la familia de disfrutar de este monumento de la naturaleza.
El Bosque de los Tilos, un ecosistema heredado de la época terciaria, destaca por su frondosidad.
El camino-sendero pasa a lado del hondo Barranco del Agua, al que se puede dar un vistazo cuando hay un hueco entre el denso follaje.
El camino sube suavemente por una selva que destaca por la peculiaridad de las formas que tienen los árboles, que, de vez en cuando, forman curiosos arcos sobre el sendero.
Aunque muchos troncos están cubiertos de gruesas capas de musgo, resultado de la elevada humedad imprescindible para facilitar el crecimientos de este singular arbolado.
El bosque destaca por su gran diversidad de vegetación.
El Bosque de los Tilos destaca por su gran variedad de arboles
Dieciocho diferentes tipos de árboles y muchas otras plantas se puede ver.
Aquí hay viñátigos, palos blancos, laureles, y por supuesto, los tilos a los que la selva debe su nombre, acebiños, barbusanos, madroños, peralillos, fayas, brezos, extraordinarios helechos gigantes.
De la fauna merece una especial mención las palomas turqué y rabiche, así como los innumerables invertebrados.
El sendero culmina con una sorpresa.
Al final, el sendero dobla a la izquierda hacia los nacientes.
Aquí comienza una breve, pero muy empinada subida al mirador de los Tilos, un estrechísimo camino por el que solo pue – de pasar una persona cada vez.
El sendero está formado por un paisaje marcado por densos arbustos, flanqueado de barreras hechas de madera, que dan apoyo a personas menos resistentes y a niños.
En el último tramo, unos escalones de roca llegan al tope.
Curiosamente todo el mundo, cuando viene o sale del Bosque de los Tilos, tiene que pasar sobre el altísimo viaducto de los Tilos, una obra de hormigón que contrasta mucho con la naturaleza.
(Publicado en Megawelle, 2011-2016)