El pequeño mercado, ubicado delante del edifico de la Asociación de Vecinos “Tigotán”, es el punto de salida del Belén Viviente de Tigaiga, una ruta teatralizada que se celebra en el barrio realejero desde hace más que cuarenta años.
Los vendedores ambulantes, que ofrecen en sus puestos tanto frutas como productos de la cestería y alfarería, llevan prendas inspiradas en la indumentaria habitual de la zona de Galilea durante la época del nacimiento de Jesucristo.
Junto al puesto de frutas, el burro de María y José está atado debajo de uno de los candelabros que se encenderá cuando comience el atardecer.
Mucho antes del inicio de la obra teatral, en el estrecho callejón del barrio de Los Realejos, ya se mete mucha gente, mientras que en el interior del edifico el equipo da los últimos retoques antes de salir.
Los soldados romanos controlan sus armaduras y sus cascos antes de ponerse las mantas rojas.
Los judíos se ponen su ropaje.
Eso es un verdadero reto y, a menudo, requiere de apoyo de sus compañeros para enrollarse en las largas bandas de tela.
El Belén Viviente de Tigaiga es un desfile teatralizado
Cuando están listos, los actores con los objetos de atrezo en las manos, salen, solos, en parejas o en grupo del edifico para ponerse en su sitio.
Muchas veces, los protagonistas tienen que abrirse camino entre los espectadores, todos vestidos con abrigos y chaquetas gruesas, con botas sólidas y gorras para protegerse del frío.
Con el paso del tiempo, el número de los visitantes aumenta.
Los espectadores charlan o sacan selfis con sus móviles delante del decorado para matar el tiempo.
Todo el mundo anhela impacientemente que la representación comience.
El alcalde está ya presente, mientras el burro, cada vez más escondido entre el público, repentinamente ha desaparecido.
La música, que acabará cuando empiece la obra teatral, sigue sonando de los altavoces.
Casi un centenar de vecinos del pueblo, desde niños hasta mayores de setenta años, participan en la representación del nacimiento de Jesucristo.
La actuación está estructurada en diez escenas y se desarrolla en un inmenso escenario de algo más de un kilómetro de longitud, decorado con elementos que evocan los lugares bíblicos.
La escenificación culmina en la plaza del barrio, decorada con el pesebre y con fachadas de un pueblo agrario de entonces, donde se celebra la misa del Gallo.
Cada año, la actuación está preparada minuciosamente.
Cuando la patrulla militar romana llega empieza el espectáculo
A comienzos de diciembre los actores empiezan los ensayos para Belén Viviente de Tigaiga en la casa de la asociación.
Los miembros también se encargan de suministrar los materiales para la ambientación, de la confección de la indumentaria y del atrezo, apoyados por una empresa especializada que se dedica a la iluminación y el sonido.
El día antes de la representación hay un ensayo general.
El año pasado se cambió el día de la actuación del Belén Viviente de Tigaiga, de la Nochevieja al día 25, el festivo de la Navidad. Alrededor de las diez de la noche la música acaba.
Todos los vendedores están en sus puestos y se escucha como una patrulla militar romana se avecina.
Luego, el centurión proclama un edicto del emperador que obliga a todo el mundo a acudir al correspondiente local de censo de población.
Tras la salida de los romanos, el público se desplaza al lugar del próximo escenario, ubicado en un alto muro, donde unos campesinos lamentan sus pésimas condiciones de vida.
De repente, anunciado por efectos especiales, un ángel aparece en una colina enfrente de la vecina casa de la familia de María.
El público pasa por el local de censo y un acampamiento militar
María para anunciar que la joven va a dar luz al Mesías. Junto a José y al burro se pone en marcha para ir a Nazaret.
Durante el camino visitan a parientes, pasan por la hoguera de un grupo de judíos, por el local de censo y por un campamento militar de los romanos, inmerso en luz roja.
Al fin, la pareja y el burro entran en la plaza de la ermita de La Concepción, el escenario principal.
Aquí, el gran número de espectadores está separado del plató por una cuerda.
En la oscuridad se ven las siluetas de tres pastores, que duermen al lado del fuego.
El decorado del fondo está formado por fachadas de la edificación de una granja. José llama a una puerta y el propietario lleva a la pareja al establo de al lado, donde ambos se instalan.
Hace un rato, María aparece en los focos con el recién nacido, luego un ángel entra en escena para proclamar el nacimiento del Mesías.
Al sonido de esta voz, los pastores, ya despiertos, uno tras otro, se avecinan paulatinamente a la cuna.
Luego vienen muchos vecinos y se sientan enfrente del establo.
De repente, hace sonar el sonido de un timple y la banda folclórica empieza a cantar.
Luego el cura invita a todo el mundo a la misa.
(Publicado en Megawelle, 2011-2016)