Misteriosos meteoritos: Algunas visitantes de la exposición isitantes de la epos

Enigmáticos cuerpos celestes esperan a los visitantes. El Museo de la Naturaleza y el Hombre ofrece una exposición de misteriosos meteoritos. Los meteoritos tienen un halo misterioso. Ya desde la antigüedad les es inherente algo sobrenatural. Incluso Aristóteles se interesó por ellos.

Los meteoritos cruzan el firmamento desde hace más de 4.500 años chocando una y otra vez contra la atmósfera y dividiéndose en miles de partículas, que colisionan contra la superficie terrestre creando con la potencia de su impacto cráteres 20 veces mayores que su diámetro.

Hasta ahora se han descubierto más de 170 cráteres originados por meteoritos. Desde hace poco tiempo se pueden observar estos misteriosos cuerpos estelares en Tenerife.

Los misteriosos meteoritos son cuerpos celestes de gran peso

En la planta alta del Museo de la Naturaleza y el Hombre hay un pequeño módulo de exposiciones y una presentación audiovisual que explican el efecto que han tenido los meteoritos en el Norte de África. Su núcleo consiste en una piedra de aproximadamente 300 Kg. que, al tamborilearla con los dedos, produce un sonido metálico.

En el nuevo módulo se presentan los resultados de varias expediciones científicas a Mauritania, lugar donde los científicos constataron que los impactos meteóricos juegan un papel importante en la evolución geológica y biológica de la Tierra.

Al parecer, la energía que se liberó con los impactos de los meteoritos en el Sahara occidental ha debido influir en la formación de los ecosistemas canarios, especialmente aquellos de las islas orientales.

Por lo general, los meteoritos son fragmentos de asteroides que rotan a alta velocidad en las órbitas entre Marte y Júpiter. Cuando colisionan entre sí, pueden ser lanzados a la órbita de otros planetas.

Alcanzan velocidades de hasta 40.000 Km./h. Algunos de estos satélites, a los que incluso los astrónomos han bautizado con los nombres de “Ida” o “Matilde”, tienen un diámetro superior a los 50 kilómetros.

Publicado en El Guanche / Bajamar, 2008)